lunes, 28 de marzo de 2022

AYAHUASCA CURA - Letra de Rafael Moreno [Português/Español]

 

Ayahuasca Cura



AYAHUASCA CURA



miércoles, 25 de marzo de 2020

Oración: Padre de Todo Principio; Madre de Toda Creación

Padre de Todo Principio; Madre de Toda Creación


Estamos reunidos cada uno de nosotros,
en diferentes coordenadas
en todos los rincones de la Tierra.

Somos la Consciencia Global
uniéndonos al unísono
en estos días de Vigilia.

Somos conscientes de nuestra
Evolución Cósmica Universal,
y de los cambios que por
Orden Divino se están produciendo.

Que la Justicia Divina 
caiga donde debe caer,
protege la Tierra de la furia
de los cuatro elementos.

De los tibios ten piedad, ilumínalos con tu Amor,
que sientan en sus corazones tu Misericordia,
que sus mentes se despierten a la Nueva Era,
que sus ojos vean al Nuevo Sol,
y que sus espíritus se unan a ti,
al Eterno Cosmos.

Un único anhelo reside en nuestros corazones:
Protege a los justos, ten piedad de los tibios y
enséñale tu Luz a los que viven en la oscuridad.

Vemos lo Bueno en cada situación,
y aceptamos los hechos con Gratitud y Serenidad,
sabiendo que todo sigue un Plan Divino.

Así ha Sido, Así Es y Así Será.


Nota: Oración creada por el Grupo 2012 en Facebook
sin copyright, de libre distribución... ;-D



LA GRAN INVOCACIÓN

(en tiempo presente)

 

Desde el PUNTO DE LUZ

en el PENSAMIENTO de DIOS,

la LUZ afluye en los pensamientos

de hombres y mujeres;

la LUZ ha descendido sobre la TIERRA.

 

 

Desde el PUNTO DE AMOR

en el CORAZÓN de DIOS,

el AMOR afluye en los corazones

de hombres y mujeres;

CRISTO ha descendido

de nuevo sobre la TIERRA.

 

 

Desde el CENTRO donde la

VOLUNTAD de DIOS es conocida,

el PROPÓSITO guía a las pequeñas

voluntades de hombres y mujeres;

el PROPÓSITO que los Maestros conocen y sirven.

 

Desde el CENTRO al que llamamos

la RAZA de la HUMANIDAD,

el PLAN DIVINO y de LUZ

ha alcanzado la plenitud

y ha sellado la puerta de la

morada del Mal.

 

La LUZ, el AMOR y la FUERZA han restaurado

el PLAN DIVINO sobre la TIERRA.

 

 

¡QUE TODO SEA POR EL MAYOR BIEN DE TODOS! 

(Repetir 3 veces)

 

 

Pray: Father of All Principle; Mother of All Creation

Father of All Principle; Mother of All Creation


We are gathered each one of us,
in different coordinates
in all corners of the Earth.

We are the Global Consciousness
uniting us in unison
in these days of vigil.

We are aware of our
Universal Cosmic Evolution,
and of the changes that
Divine Order are occurring.

May Divine Justice
fall where it should fall,
protect the Earth from fury
of the four elements.

Have mercy of the tepid,
enlighten them with your Love,
let them feel your Mercy in their hearts,
may their minds awaken to the New Age,
let your eyes see the New Sun,
and may their spirits join you,
to the Eternal Cosmos.

A unique desire resides in our hearts:
Protect the righteous, have mercy of the tepid and
teach your Light to those who live in darkness.

We see the Good in every situation,
and we accept the facts with Gratitude and Serenity,
knowing that everything follows a Divine Plan.

So Has Been, So Is and So Will Be.

Note: Pray created by the Group 2012 (Grupo 2012) 
in Facebook, without copyright, free distribution... ;-D


sábado, 21 de marzo de 2020

EL EVANGELIO KRISTIANO DE NERÓN

TESTIMONIO SOBRE JESÚS DE UN EMPERADOR CALUMNIADO (*)


(Parte de un archivo militar hallado en 1932 en Roma)

 
Nerón fue en su época quizás el más noble de los Kristianos y justamente por ello fue el más calumniado.

Fue Nerón quien recopiló todos los datos sobre la vida y obra del Gran Maestro Esenio Jesús, y realizó con ellos una síntesis que llamó Iesus Cristi.
El Emperador Romano Lucio Domicio Nerón tenía apenas 17 años cuando debió ocupar el trono imperial, debido a la muerte de Claudio -año 54 D.de C.-, y a tal edad ya se perfilaba como uno de los mejores discípulo de la Escuela Imperial, en que se preparaban los hombres de armas, justicia y ciencia, para dedicar su vida a la más alta responsabilidad: la de la política.

La humanidad mortal, engañada siempre con la “historia oficial”, desconocedora de la milenaria Conspiración Gehovítica, ha creído la interesada calumnia de que los grandes hombres de la humanidad eran todos pervertidos; que podía ocupar un trono un degenerado o un demente, como ocurre en las “democracias” del siglo XX, y especialmente se ha inventado una historia de imperios tiranos, de formas de gobierno “primitivas”, de culturas que por carecer de tecnología electrónica, eran “inferiores” a la actual.

Se ha hecho creer a las masas que los antiguos eran “menos inteligentes”, y que las formas de organización social, política y religiosa de ellos eran, por lo tanto, decadentes, frágiles o ridículas.

La tarea de la Conspiración Gehovítica, absolutamente indiscutible por la referencia y razonamiento histórico (Leer Antiguo Testamento y también, en especial, el Talmud), ha tenido seis campos de acción principal:

a) La perversión de las personas usando el sexo, droga, alcohol, la codicia, y todas las debilidades psicológicas.
b) La perversión de las Instituciones, mediante el soborno, la infiltración, y toda clase de trucos espurios, y la mestización racial de las Naciones, para provocar el detrimento sanitario que lógicamente surge de la violación a las leyes naturales.
c) La destrucción, mediante intrigas, de los pueblos, enfrentándolos en guerras innecesarias.
d) La utilización del pueblo elegido para actuar, mediante arquetipos psicológicos, haciéndolo perseguido y perseguidor, imponiendo una economía artificial, monetaria e injusta.
e) La destrucción de todos los valores culturales de los pueblos, mediante ridiculización de los folklores propios de cada Nación, puesto que no es posible dominar a una Nación que mantiene vivo su espíritu colectivo y particular. Los folklores -indumentaria, poesía, canto, música, teatro, rituales, costumbres sociales, etc., son manifestaciones del espíritu que a través del tiempo permiten conservar los valores morales y éticos, como la Dignidad y la Lealtad, la solidaridad, la unión, etc.
f) Y la parte más terrible de la Conspiración: los “instrumentos de acción” social, mediática, política y religiosa para destruir todo obstáculo en la carrera de dominio mundial, que son la destrucción de libros, la elaboración de libros falsos o producción de libros maravillosos, pero adulterados de tal manera que confundan, perviertan y lleven a errores tremendos a los que buscan la verdad.


El principal objetivo de estos ataques ha sido la historia, donde la se ha aplicado el extremo de la calumnia, la denostación y ridiculización.

Nerón -como todos los Emperadores Romanos- sabía que el máximo enemigo a enfrentar no estaba en los pueblos aislados, que normalmente accedían a formar parte del Imperio sin ningún problema, pues en él se hallaban seguros militar, económica y culturalmente. Sabía que los pueblos a veces tenían elementos disociantes que veían en el Imperio un peligro para sus fechorías particulares, y muchas veces se producían batallas.

Pero los “Triunfos” que los romanos festejaban no eran precisamente logros militares propiamente dichos, sino que las campañas de exploración del mundo permitían conocer otros pueblos dispersos, los cuales eran anexados al Imperio del mismo modo que es recibido un hermano en casa. Ello engrandecía al Imperio y la cosmovisión de los ciudadanos.

El acto final de cada Triunfo era la colocación en el Templo de Todos los Dioses, de las imágenes o estatuas que el pueblo anexado llevaba a Roma, como señal de participación en los Altos Designios del Imperio, en el cual la libertad de culto era defendida plenamente.

Ser parte del Imperio era un interés de las Naciones en todo sentido, pues así el gobernante aseguraba para los suyos la “Pax Romana”, que significaba el derecho a reclamar defensa, protección, acceso a todos los bienes que se produjeran en todas las Naciones, seguridad de engrandecimiento de la cultura, ya que el tránsito sin peligros por todo el territorio del imperio estaba asegurado mediante el ejército, y todo ésto a cambio de participar activamente en las campañas militares y entregar a los almacenes todo el excedente de todo tipo de producción. A cambio, tenían asegurada la recepción de todo lo necesario que se produjera en otros sitios.

Sabía muy bien Nerón que no eran sus enemigos los centinelas ni se tramaban intrigas en el seno familiar o en las organizaciones del Estado. Sabía que el enemigo era astuto y ruin, y que buscaba destruir el Imperio para poner a su dios como único y absoluto sobre los dioses de los demás.

Nerón no desconocía que existe un Dios Absoluto Creador del Universo, y quizá fue en su época el más noble de los Kristianos de todos los tiempos. Justamente por ello fue el más calumniado de todos hombres en la historia del mundo.

Fue Nerón quien recopiló todos los datos sobre la vida y obra del Gran Maestro Esenio Jesús, y realizó con ellos una síntesis que llamó Iesus Cristi. Las expediciones que envió al Asia y al África siguiendo los rastros de Maestro, obtuvieron resultados sorprendentes, pero también, como se verá, se conocía más del mundo que lo que se cree actualmente.

IESUS CRISTI


Hace cuatrocientos ochenta días mandé expediciones al Naciente, al Poniente y al África, con dos motivos importantes como son: Saber si el mundo termina en un abismo más allá de las Columnas de Hércules, o acaso es como dicen los galos, que tiene forma de huevo y flota en el éter del infinito, dando vueltas a Febo(Sol).

El otro motivo es saber si es verdad lo que me informaron los mensajeros del Naciente, de que el Maestro Iesus el Esenio se convirtió en pura Luz del Espíritu, y que ascendió a los cielos de Dios Absoluto, para ser más que los dioses del Norte.

He juzgado las noticias que todas las expediciones trajeron y he exclamado: ¡Ah, que destino me impuso Marte! ¡Con qué gusto hubiera dejado el gobierno del Imperio en otras manos para recorrer el mundo personalmente! ¡Cuántas maravillas que han visto los ojos de mis enviados!

Pero los enemigos de Roma son los enemigos del mundo entero, y me compete la tremenda responsabilidad de contenerlos para que no lo perviertan.

Si no existiesen los que siembran cizaña entre las Naciones, seguramente sería escaso el trabajo de gobernar y hasta aburrido ser Emperador.
Pero henos aquí a los que conocemos los juegos de los dioses. Ellos discuten nuestros asuntos por hacernos inmortales o por hacernos esclavos, y no es posible confiar en ninguno. Aunque tienen razón en no ayudarnos mucho los que pretenden la inmortalidad del hombre, pues si se hicieran inmortales los corruptos, los locos y los tiranos, ninguna criatura en el Universo del Creador de Estrellas y Mundos podría descansar jamás, y toda la Eternidad se estremecería.

Ocasionalmente, algún enviado de los dioses hace entre las Naciones lo mismo que mis enviados entre los pequeños pueblos; esa tarea tan difícil que es despertar el espíritu de las gentes, para que aprendan a vivir como dioses, aun en este mundo de muerte. Así es que ha caminado entre nosotros uno de los más grandes Maestros que ha tenido el Imperio, y seguramente el mundo todo.

Hace más de diez años que se fue de Roma nuestro más preclaro hombre Iesus el Esenio, habiendo dejado una enseñanza que los mortales podemos tomar para nuestra gloria, porque esa misma enseñanza le ha llevado a él a la inmortalidad, y más allá todavía. Iesus el Esenio es ahora Iesus el Kristo, porque ha subido al cielo que está por encima de la inmortalidad de los dioses.

Si los dioses tienen un Reino mayor que los mortales, el Kristo está en un Reino más Excelso aún.

Nació hace setenta y seis años en una aldea cercana al Mar Muerto, y fue su padre un gran constructor llamado Iose, y su madre una Virgen Vestal que ofició en el Templo de Ur.

Como los esenios tienen los mejores mensajeros del mundo, pues salen del cuerpo en espíritu, se enteraron de su nacimiento los Magos, Teurgos y Taumaturgos de todo el Imperio, así como los caldeos, los Trimegistos de Grecia y los sacerdotes de Egipto.

Le esperaban desde hacía tiempo, pues los dioses les anunciaron que uno de ellos nacería como mortal, en vista de que muchos habían perdido el Camino de la Luz, y que las mezclas de razas habían hecho muchos hombres defectuosos, que somos nosotros mismos, imposibilitados de ganar la inmortalidad.

Así que un dios resignó su inmortalidad para luchar contra el dios de los arpíos, que es el causante de que seamos mortales.
Ninguno de los magos pudo decir cuál era el nombre del dios, así que le pusieron el nombre más común en la región a fin de que los secuaces de Herodes no le pudieran identificar.

Herodes fue advertido de que un dios enemigo de Ieová nacería, porque los magos traidores al juramento de la Escuela Greca, son los que siempre adoraron a Ieová en secreto. Este malvado Rey hebreo que tanto trabajo ha dado a Roma, mandó a matar a miles de criaturas, calculando la edad del dios, entre recién nacido y cinco años.

Pero como pensó que podría nacer entre los de su propio pueblo, no se limitó a aumentar la persecución que llevaba contra los esenios, sino que mandó a asesinar a todos los niños hebreos también.

Mas como los esenios salen en espíritu tanto de día como de noche, se enteraron de la intención del malvado. Y no sabiendo qué hacer, Iose fue en espíritu a implorar ayuda a los dioses. Pero éstos le reprendieron por su miedo diciéndole que no le abandonarían, porque al que debían proteger era uno de ellos mismos.

Así que Iose llevó a su mujer y a su hijo a la aldea de Luvia, que en esos días era un campamento de la Legión de Marcio Livio. Allí estuvieron a salvo, mientras que nuestros soldados lidiaban con los soldados hebreos, tratando de poner orden entre los aterrorizados hebreos, que aun perseguidos por su Rey le llevan noticias de todo, y ninguno confiaba en ninguno.

A tal punto son de crueles entre ellos, que si no estuviese Roma para contenerlos, ya se habrían matado a sí mismos o habrían masacrado a todos los demás pueblos.

Pero el Maestro fue llevado a salvo hacia la Hélade, donde los grecos le recibieron sabiendo que era un dios. Allí fue instruido hasta que tuvo ocho años, y a esa edad era él quien comenzaba a enseñar a los Maestros de la Escuela Hermética.

Y como éstos vieran que era un verdadero dios, le dedicaron más cuidado aún, porque entendieron que era una responsabilidad muy grande la que tenían entre manos. Así que cuando cumplió doce años, ya había aprendido todo lo que podía de los grecos, y les había enseñado muchas cosas del alma y del espíritu.

Así que inspirado por los dioses que a menudo le visitaban en sus barcos de nubes, pidió a sus padres que le acompañaran en un viaje hacia las montañas más altas, allá en el confín del Naciente.

Entre aquellas montañas que muchos romanos conocen, están los hombres más sabios del mundo, y allí le cuidaron e instruyeron, porque ellos conservan los secretos de los dioses, y saben más que los dioses de cómo vencer a la vejez y hacerse inmortal.

Ellos mismos eran mortales que dejaron de serlo, por eso tienen más experiencia que los dioses. Así que con ellos el Maestro-Dios completó su instrucción, y nada pudo enseñar a esos hombres que viven tantos siglos con la única y gran misión de conservar el conocimiento de la inmortalidad.

Aquellos sacerdotes son de otra raza, de modo que solo pudieron enseñar al Gran Esenio el arte del coito mágico, tal como él lo ha enseñado entre nosotros, pues tal práctica es aconsejable para todos los varones y mujeres del mundo, sin importar la raza, igual que la Expurgación de los demonios del alma.

Pero la otra ciencia, que es la de la Gimnasia con Verbo, no es igual para todas las razas. Así que teniendo ya veinte años, debió viajar con sus padres hasta Egipto, donde los sacerdotes del Templo de Luxor le enseñaron la Magia de las Runas, que es la raíz de todas las magias para nuestra raza.

En Egipto vivió hasta los treinta años, y como fuera grande su conocimiento, enseñó a miles de varones y mujeres de aquel pueblo el arte de la inmortalidad. Así que en éxodo voluntario se fueron cincuenta mil egipcios hacia el Naciente, porque la ciudad de Cachemira, que es la más antigua del mundo según se conoce hasta ahora, es el lugar perfecto para convertirse en Luz y subir al Reino de los Kristos.

Pero solo van aquellos que han hecho la Teúrgia muchos años y han purificado totalmente su alma. A los que no son aceptados en los Templos de la Ascensión, se les invita a permanecer en el Valle del Silencio, donde no existen palabras, pues allí todos se dedican a terminar de purgar sus demonios. Si alguno habla se le lleva fuera, para que no moleste y no puede volver hasta pasado un año entero.

Miles de hombres se han hecho inmortales en aquel lugar, y quieran los dioses que algún día, cuando toda Roma esté libre de enemigos, toda esta humanidad mortal pueda ir hacia el Reino de la Perfección, porque tal es el ejemplo de Iesus el Kristos, que en vez de Ascender en su mundo, vino a ser mortal para que le sigamos fuera de éste, hacia la Gloria Mayor donde los dioses van cuando se cansan de vivir.

Si no vamos normalmente a esa Gloria, es porque siendo mortales se interrumpe la Vida Eterna del cuerpo, aunque es inmortal nuestra alma, salvo que muchas veces pequemos y nos sea arrebatada por el demonio la Vida Eterna también.

Iesus quiso golpear duramente al dios Ieová, yendo a predicar entre su propio pueblo esclavo, porque éste es el que pasa más miserias y sufrimientos que ninguno, debido a su ciego fanatismo y servidumbre al más malévolo de los dioses.

Así que fue al Templo de Salomón, donde los hebreos adoran a Ieová, y tomando las tablas y escritos que ellos tienen desde que existen como pueblo, les hizo ver con gran sabiduría que los mandamientos que tienen no son dignos de un dios, sino de un demonio.
Porque ninguna sabiduría hay en su historia, ya que ningún dios realmente sabio puede mandar a un pueblo a sacrificar a niños y mujeres, tal como Ieová hizo muchas veces.

Les dijo que si Ieová fuese realmente un dios, les colmaría de bendiciones, más les ha colmado de desgracias, convirtiéndolos en enemigos de todos los pueblos, haciéndoles creer que solo ellos tienen derecho a existir, cuando hasta su idioma es producto de un dios sin alma, pues no tienen idea del pasado ni del porvenir cuando hablan.

Su dios les ha dado esa lengua incompleta para que el espíritu no pueda expandirse en el tiempo, pues no piensan en el futuro individual, sino como un ejército de muñecos que sirven a un solo individuo: ese que dice ser un dios.

Como estuvieran algunas tribus de esenios en el norte de la Judea, Iesus permanecía con ellos enseñándoles todo lo aprendido como dios y como mortal, para que ninguno de ellos tuviera hijos de la carne, sino que se engendren a sí mismos en la inmortalidad del cuerpo, porque sin ello no se puede ir al Reino de los Kristos.

Por eso es que desde entonces los esenios se han hecho más sabios aún, y son la mejor gente del Imperio, pues no precisamos cuidarlos, ni cuidar de ellos a otros pueblos.

Cada vez que los esenios llegan a algún lugar, actúan como mensajeros de dioses, pues construyen hermosas casas, enseñan las mejores reglas de vida y fabrican para nuestros soldados las mejores espadas que se hayan empuñado jamás.

Conocen las técnicas del hierro eterno, que no se pudre ni se destempla, y no siendo egoístas con el conocimiento, enseñan todas sus ciencias a quienes quieran aprenderlas.

Algunas veces nuestros soldados deben protegerlos de los hebreos, que como son buenos timadores los someten hasta la esclavitud. Pero esto nunca dura mucho, pues la mayoría de los esenios sabe cuando retirarse de un lugar.

Como andan por tantos caminos como es posible, saben mucho de medicina, y hasta han combatido pestes que podrían haber matado a un pueblo entero. No encontraron mejor pueblo los dioses para mandar a uno de ellos a nacer, pues creo que no lo hay mejor, y es un orgullo para Roma que ellos sean entre nosotros.

Muchas horas amargas debió pasar el Maestro Iesus, porque entre los hebreos no es fácil predicar, sino que es lo más contradictorio, y más fácil entiende un asno de asuntos militares, que un hebreo de asuntos del espíritu.

Pero halló unos pocos hebreos muy castigados en su alma, que quisieron liberarse de su dios, así que les enseñó con gran cuidado durante tres años, para que expulsaran los demonios del alma, pues estaban llenos de ellos.

Como estos hebreos estuvieran muy pobres a causa de que los de su mismo pueblo les esclavizaban, Iesus mandó a su criado Petrus, que era númida, a hacer su mejor arte, que era la del escándalo. Así que fueron donde estaban dos de los muchachos que deseaban liberarse de Ieová y de sus patrones, y Petrus les dijo:

-“Vosotros, que tenéis los lomos tan duros para llevar odres de barro, me seríais muy útiles en mi barco, y os daría buen descanso, y no como ese ruin patrón que tenéis, que seguramente ni os alimenta como corresponde”.
Esto dijo Petrus sabiendo que alguno de los que estaban allí discutiendo valores al modo hebreo, sería el patrón que tenía esclavos a los muchachos, y así era. Uno de los discutidores, que era tuerto a causa de su mezquindad, le respondió que los muchachos no estaban a la “venta”, como llaman ellos al cambio de valores, cosa que siempre hacen tratando de perjudicar al otro.

Entonces Petrus le respondió así:

-“Yo no soy hebreo, así que no entraréis en tratos conmigo a vuestro modo, sino al modo mío, y esto es que vais a meteros en el agujero más profundo de vuestra cueva de ratas, o conoceréis la fuerza de mi espada, aunque deba ensuciarla con vuestra sangre”.

El patrón miró hacia todos los lados y calculó que no tenía a nadie que le ayudara en el trance, porque Iesus estaba junto a Petrus, y ambos eran muy grandes, y portaban espadas muy temibles. Así que como se viera disminuido, le dijo a Petrus que se marchara en paz, o haría llamar a los soldados de Herodes Antipas, que eran hombres tan crueles como hoy, y están siempre cuidando a los traficantes que ellos llaman “mercaderes”, pero que a diferencia de los nuestros, ellos acumulan las riquezas para su uso personal exclusivo, dejando pobres a quienes les sirven.

Mas esto no asustó a Petrus ni a Iesus, sino que ambos se rieron de la amenaza. Y como Petrus dijera a los muchachos que estaban liberados de obligaciones con el mercader, éste mandó a un chiquillo para que trajera a los soldados.

Pero antes que ninguno llegara, los muchachos, que se llamaban Simón y Timoteo, se fueron con Petrus y con Iesus. Ellos les llevaron a presencia de Poncio Pilatos, que era Gobernador de Galilea y buen discípulo del Maestro.
Allí Simón y Timoteo juraron lealtad al Imperio, y considerando Poncio que la referencia de Iesus no podía ser mejor, les concedió la ciudadanía romana, así que quedaron liberados de toda obediencia a Herodes o a sus sucesores; y cuando mostraron sus talentos ante el administrador del almacén, siendo Simón talabartero y Timoteo muy entendido en asuntos agrícolas, Poncio en persona les entregó su Talento de oro a cada uno, y les puso como criados de primera clase, al servicio del Gran Maestro.

Como no podía ser más grande la alegría de estos hebreos liberados del yugo de su dios y de su Rey, prometieron aprender a usar la espada al servicio de Roma, y servir de por vida a lo que el Maestro les mandase.

Así que éstos hablaron a otros, de lo que Iesus les enseñaba, y se hicieron muchos enemigos a causa de la prédica contra Ieová. Mas en vez de desfallecer ante la burla de los que eran sus parientes, tomaron fuerza de ello, y con tal sabiduría hablaban que los suyos se extrañaban, porque sólo al Maestro habían escuchado hablar así cuando en la Plaza de los Tebanos venían a Él los rabinos para discutirle y escandalizarle. Éstos estaban muy preocupados porque ya eran más de diez los criados del Maestro Iesus que hablaban como él y  rebelaban al pueblo contra los dictados del Sanhedrín, que en nombre de su dios o en el propio, dirigía todos los actos de Herodes.
Como Herodes Antipas era hombre tan cruel como su padre, mandó a cortarles la lengua a todos los hebreos que se romanizaran, pero solo pudo hacerlo con dos de ellos porque Poncio le amonestó severamente. Entonces el Sanhedrín comprendió que legalmente no podría evitar la enseñanza del Maestro, pues ésta no negaba a los hombres libertad alguna, ni fue nunca en contra de la disciplina y la Ley de Roma, siendo que nuestra Ley tiene base en los valores del espíritu.

Desde que existe Roma, cuando los etruscos la fundaron hace más de cinco siglos, la misión más importante que ha tenido, ha sido contener la locura de los hebreos de dominar el mundo, en lo que ponen todo su empeño.
Mientras que Roma ha usado siempre la Espada y la Justicia, los Kristianos, desde el sabio Tiberio hasta ahora, hemos usado la Espada, la Justicia y la Enseñanza de los dioses.

Lo único lamentable es que entre nuestro pueblo está surgiendo una mala costumbre, que los hebreos han ido produciendo poco a poco, y es la de usar moneda privada, o sea que se cambian entre las personas los Talentos que son propios y exclusivos de cada uno, y por causa del valor que le dan al oro, los Kristianos pasan algunas necesidades, aunque vivan en las ciudades y trabajen mucho.

Y por causa de estas necesidades algunos Kristianos culpan al Imperio,sin darse cuenta que nunca el Imperio puede propiciar estas injusticias.
Además, así dicen ser Kristianos pero obran como hebreos. Y en los días en que el Maestro Iesus fue a predicar entre los de Galilea, aconteció que el Sanhedrín ordenó a Antipas destruir al Predicador, porque golpeaba en lo más profundo del cuerpo infeccioso de Ieová, pero mandaron a hacer de tal modo que en apariencia no se violaran las Leyes de Roma.

Así llegaron donde él cuatro hombres que buscaban indisponerle con Roma, y en especial contra el César, sabiendo que eso sería delito grave. Entonces le dijeron:

-“Vos que sabéis tantas cosas, decidnos si el Dios del que habláis y que decís que se halla en vuestro corazón, puede considerar justo que el César disponga de nuestras vidas, y que debamos respetarle como a un dios, y que no nos deje usar nuestras monedas y en cambio, como veis en ésta, todo el Imperio conoce su cara. Y decidnos a todos si es justo que en vez de respetar al Dios que decís que se halla en nosotros, rindamos tributo al César.”
-“Podéis perfectamente -dijo Iesus- darle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Así viviréis en paz con todos los hombres y con vuestro corazón. El César es el que garantiza la justicia entre los hombres y vuestro Dios interior se regocija en ello. Porque sin la justicia que el César representa, haríais pobres a todos los pueblos y no habría paz para los hombres, ni en sus casa ni en sus corazones”.
– “Pero vos decís que el César representa la justicia, sin embargo nosotros no somos libres, porque tenemos que pagar tributo a Roma.” -añadió el turbador.
-“Vuestra libertad no sufre por Roma ni por el César, sino por vuestras iniquidades y por vuestra mezquindad, así como vuestras riquezas y pobrezas no las hay en otro pueblo, pues vosotros, que os dejáis ensuciar el corazón, cuando no sois esclavistas, os dejáis esclavizar por los de vuestro propio pueblo, mediante ese injusto dinero que habéis inventado. Y si no esclavizareis a otros pueblos, Roma os dejaría tranquilos fuera de su comunidad, porque nunca pretendió dominar al mundo, sino garantizar su libertad. ¿Acaso vosotros no coméis frutos de todo el mundo sin tener que pagar con vuestra moneda?, ¿Acaso hay alguno entre vosotros que no tenga abrigo, sandalias o báculo, o bolsa, o alimento para tres días en su casa? Si vais al almacén sacáis lo que os hace falta y Roma ha tolerado hasta ahora vuestra mezquindad, ya que pagáis un tributo medido, y no como los demás pueblos, que todo lo ponen en los almacenes para que el Imperio lo distribuya. ¿Entonces de qué falta de libertad y de justicia os quejáis?, ¿Del derecho que creéis tener, de hacer a todos los pueblos vuestros esclavos?”
Entonces los cientos que les escuchaban comenzaron a discutir entre ellos, pues a algunos les dolía el hecho de ser hebreos y entendían la Enseñanza y la razón del Maestro. Pero otros cerraban el Ojo de Mithra y no veían su propio pensamiento, y arremetían contra el Maestro con preguntas insidiosas y escándalo.

Entonces el Gran Esenio levantaba los brazos y todos callaban. Y tal era el silencio porque hasta los que le odiaban sabían en su corazón que Iesus sólo decía la Palabra de Dios, porque su corazón era duro pero justo, su palabra poderosa pero cálida y sin ira, y su mirada firme pero serena. Uno de los turbadores preguntó.

-“Hemos oído que habláis de tener paz en el corazón, pero sin embargo portáis una espada muy grande, al igual que vuestros criados. ¿Cómo es posible tener paz en el corazón si no hacéis como nosotros, que no llevamos espada, y que respetamos a Dios y sus mandamientos?”

Y el Maestro respondió inmediatamente:
-“Vosotros no portáis espadas porque el Gobernador lo ha prohibido debido a los asesinatos entre vosotros por causa de guijarros y chucherías. Y hasta Herodes ha recibido la orden con satisfacción, conociendo que ello le da una cuota más de poder sobre vosotros para mantener el orden.
Y además os digo que solo quien tiene paz en el corazón puede empuñar sabiamente una espada. Pues quien no ha matado sus propios demonios, mal puede usar una espada sin herirse a sí mismo. Y vosotros tenéis en vuestro corazón, no uno, sino una legión de demonios. Entonces no lucharíais por causa justa, sino que vuestros demonios lo harían por injusto motivo, como muchas veces lo han hecho, asesinando a inocentes.
Hace treinta años, vuestro pueblo fue diezmado por Herodes Iº, y todo por temor de mi presencia. Mas no fueron romanos quienes os asesinaron a los que hoy serían vuestros hermanos, o vuestros primos algo mayores, sino vuestro propio gobernante.
Y si los Césares os han tolerado tanto, es porque la misión de Roma es un designio de dioses benévolos, en contra del dios de Israél, que tantas veces mandó a producir holocausto con los pueblos cercanos.
Pero vosotros usáis armas tan peligrosas como la espada, pues la calumnia, la provocación y la mentira son armas terribles, aunque más tarde o más temprano se vuelven en contra de quien las usa.
Y respecto a la espada, cuando en vez de ser usada por el Dios que mora en el corazón de cada hombre, es usada por la legión de demonios que usurpó tal corazón, seguramente a hierro mata y seguro que a hierro muere.”
Como anotaran los escribas de Jerusalén todo lo que Iesus decía, el Sanhedrín les hacía perseguir para que no quedara testimonio de lo dicho, porque era palabra sagrada, que salía del corazón del Maestro. Así que de en medio de una multitud de soldados romanos que escuchaban, Iesus eligió a uno que se llamaba Flavio Marcelius, y le dijo:
-“Siento en mi corazón que el César en persona os ha mandado a vigilarme, y que aunque vistáis como ciudadano común, vuestra áurea es la de hombre poderoso e influyente. Así que si podéis escribir, hacedlo, y decidle a Tiberio que en lo profundo de mi corazón sé de sus desvelos por Roma y por todos los pueblos, porque tal es el más alto sacrificio que un mortal puede hacer. Decidle además que los chimentos que le han llevado los enviados del Sanhedrín son conocidos por mí, antes que los mensajeros de calumnias salgan de Judea. Mas puede estar tranquilo respecto a mí y respecto a mis criados, puesto que ellos son también fieles a Roma y a su designio.

- Escribid todo cuanto digo, y veréis que no hay diferencias entre mis designios y los del César, sino que son carne y uña, señalando al enemigo de todos los pueblos, a los que intento redimir con Paz de Alma”
Así fue como desde entonces Flavio, que era centurión especialmente enviado de Tiberio, escribió todo lo que Iesus habló en Galilea y en Judea. Y como éste se maravillara del conocimiento que Iesus tenía, le dijo:

-“Reconozco que hay sabiduría en vuestras palabras, y que sois un enviado de los dioses, pues ni siquiera Poncio Pilatos sabía de mi presencia, y en Roma ni siquiera mi mujer sabe donde me hallo, porque Tiberio me pidió secreto total hasta saber la verdad sobre vuestra doctrina”.
De esta manera, Flavio escribía las palabras del Maestro, Poncio Pilatos dictaba a un escriba, y sin pérdida de tiempo mandaba los escritos a Tiberio, por lo tanto ellos fueron los primeros seguidores de Iesus del Imperio, y mucha riqueza espiritual obtuvieron del Maestro.  
Mas como Herodes no dejaba de perseguirle mediante calumnia y turbadores de multitudes, Iesus decidió dar testimonio entre los hombres de los poderes de un dios. Mas en vez de mostrar cólera y odio como el dios de Herodes, demostró un amor sin límite y una sabiduría infinita. Reunió, pues, a sus criados y les dijo que les enseñaría la medicina de la magia. Y que cada vez que apareciere un turbador para escandalizarle, le echarían los demonios por la fuerza del espíritu, o le curarían sus heridas si las tuvieren, a menos que usaran de la fuerza del cuerpo o la espada. Pero les recomendó no usar mal de ese poder, sino enseñar a todos que no hay hombre limpio de alma que no pueda hacer milagros.

Así que estando en la Plaza de la Fuente, se puso a predicar entre las mujeres que lavaban sus ropas. Y una de ellas le dijo que no había dios alguno, ni adentro ni afuera de nadie, porque ella tenía un hijo pequeño que era ciego, y nada había hecho de malo para que dios alguno le castigara. Entonces el Maestro vio el sufrimiento de la mujer, y su vacío espiritual, y se compadeció de ella. Así que se encaminó para la casa de ella, diciéndole que su hijo vería. Y la mujer le siguió maravillándose cuando llegaron a la casa, que estaba a unos veinte estadios, porque una multitud de dos mil les seguía. Mas como ella no había dicho al Maestro dónde era su casa, le dijo que eso podía ser cosa de demonios, a lo que el Maestro respondió:

-“¿Cómo es que creéis en el mal y no en el bien, y creéis en demonios y no creéis en Dios, cuando Él mora en lo profundo de vuestro propio corazón, y está más cerca de vosotros que vuestra yugular?, ¿Cómo negáis a Dios si Él es vuestro propio aliento de vida?”

Y sin decir más entró a la casa y tomó al niño de unos diez años, que se hallaba en un catre, y le llevó a una botija que tenía agua. Allí le mojó los ojos que estaban como dibujados porque nunca había visto nada, y al terminar de hacer una oración en el silencio de su corazón, el niño se maravilló porque era la primera vez que veía.
Así que todos lloraron porque el espíritu de Dios en el niño había hecho ver a los ojos que eran vanos hasta ese día. Pero como los enviados del Sanhedrín se hallaban tan llenos de demonios en su corazón, en vez de sentir la presencia de Dios en él, aumentaron su inquina y odio contra el Maestro, y le acusaron entre la multitud, diciendo a viva voz:

-“Ahí tenéis al que dice que somos dioses, haciendo cosas de demonios, porque sólo un demonio que hace males es quien puede quitarlos. Sólo un gran demonio puede hacer esas cosas, y seguramente este hombre no es tal, sino un demonio disfrazado de hombre.”

Pero casi todos los que estaban allí habían escuchado muchas veces a Iesus hablando de amor y no de odio, y ahora le habían visto dar vista a un ciego, así que uno de los que allí estaban dijo al anterior:
-“Más os vale guardar vuestra lengua, porque entre los gentiles hemos visto más obra de caridad que entre los nuestros, y si Ieová nos manda a someter a las Naciones de los gentiles sin hablarnos jamás de amor, sino de adoración y temor a él, mucho me temo que hemos adorado siempre a un demonio y no a un dios. Porque si atendéis a los frutos del árbol, veréis que no es bueno para nosotros el que los diere venenosos; y sí es bueno para nosotros el que los diere sanos.

Así mismo el fruto de adorar a Ieová ha sido solamente odio y sufrimiento, queriendo perseguir y resultando perseguidos, queriendo esclavizar y resultando esclavos hasta de nuestros propios parientes o amigos.
Pero éste que hace milagros de bien, ¿cómo podría ser un demonio?, ¿Acaso puede el mal devolver la vista a un inocente que nació ciego?, ¿Acaso Ieová ha sido visto por alguno de nosotros?, ¿Acaso quienes antes le vieron pueden decir que devolvió vista a los ciegos como éste ha hecho?. Sí, pariente; guardad vuestra lengua porque yo sé quien os manda a turbar a éste que habla y hace con sabiduría. Y os digo que ciertamente estoy fastidiado de ver tanta iniquidad en mi pueblo, y avergonzado me siento de ser parte de él”.
Como el Maestro le escuchara aunque estaba muy lejos, se acercó al que habló con tanta fuerza de corazón, y le dijo que desde aquel momento, si quería, podía acompañarle. A lo que aquel que se llamaba Iose, el de Arimatea, respondió con temor pero determinado firmemente.

-“Seguramente caerá sobre mí la ira de Ieová, y la ira de mis connotables, porque soy miembro del Sanhedrín, y esto puede ser considerado como traición. Mas sobre todas las leyes de mi pueblo, puede una que está en mi corazón, y es que solamente me atendré a la Verdad, porque siento que por ella vale todo sacrificio, y sin ella nada somos, y lo poco que seamos lo olvidamos si mentimos.
Y mi pueblo ha sido arrastrado a la mentira alejándose de los dioses boreales y del Dios del Mundo y el Cielo, aferrándose a uno que sólo sabe mentir y maldecir.”
Y como el hombre llorara con profundo sentimiento y no pudiera consolarse, el Maestro púsole una mano en el hombro y le llenó de Voluntad, para que su espíritu no flaqueara.
-“Sois un hombre verdadero y habéis despertado a Dios en vuestro corazón, mas que el demonio del miedo no haga nido a su lado, porque con semejante fuerza de alma seguramente saldréis airoso de este trance. Nadie os perseguirá ni os molestará el Sanhedrín, si os mantenéis férreo en vuestra razón. Difícilmente podáis cambiar los designios de ese ato de ciegos, pero podéis hacer mucho bien a muchos de vuestro pueblo permaneciendo entre medio de ellos. Vuestra influencia puede salvar a muchos.
Si en verdad os atenéis a los dictados de Dios, oyéndolo en vuestro corazón, nada habréis de temer y la paz será siempre con vos, mas si se empeñaren en ser ciegos, no permanezcáis entre ellos, porque no es de inteligente desgastarse entre arpías”
Así se tranquilizó aquel hombre valiente como pocos, ya que debió desafiar a todos los suyos sin irse de Judea ni abandonar su sitial en el Sanhedrín. Y por causa de su defensa de Iesus y su lucha contra Ieová, le llamaban desde entonces Iose el Gentil hombre, pues no le querían entre ellos por su defensa de Iesus que era Gentil, según llaman a los no hebreos.
Otros le llamaron “Goyim”, que significa “bestia” en el arameo que hablan los sinitas y en la jerga del Sanhedrín. Y como este hombre tuviera entre los suyos mucha riqueza, tenía muchos criados que le amaban por su buen corazón. Entonces el Sanhedrín no le pudo destruir, sino que fue quitado su título. Así que recurrió a Pilatos para que éste le protegiera, y el Gobernador le conformó, aunque era difícil la situación tratándose de un miembro del Sanhedrín, porque Pilatos temía que se tratara de una estratagema de las que ya conocía por parte de los hebreos. Mas siendo hombre sabio, preguntó a Iose:

-“¿Qué podéis decirme acerca de vuestro dios; qué le responderíais si os reclamara vuestra traición”?
-“No os niego que le temo, porque es un dios malvado e iracundo, mas quisiera apurar el trámite y enfrentarlo, porque a pesar de mi temor estoy seguro de que no dedicaré un segundo más de mi vida a él, sino a combatirle. Y en verdad que no le he traicionado porque nunca le he visto. Y creo que si le viera sólo hallaría decepción.
Pues en mi corazón siento a un Dios muy diferente, que es tan poderoso que no necesita someter a nadie, sino que da aliento de vida a todas las criaturas del mundo; y si hubiere otros mundos ese mismo Dios los habría creado y les avivaría la llama de la vida en las criaturas que les habitaran, haciéndolas entonces hermanas nuestras, tal como somos hermanos todos los hombres de todas las Naciones, aunque debamos luchar por causa de Ieová en este pequeño escenario que nos parece grande por la sola razón de nuestra ceguera espiritual. Así que podéis estar seguro que en mi palabra no está la hipocresía de mis parientes, que aunque mucho me avergüenzan no dejo de amarles, sino que lucharé para libertar del yugo de Ieová a todos los que quieran ser felices. 
Os aseguro que a pesar de mi miedo, mi corazón ha sabido de felicidad desde el momento en que comprendí la palabra del Esenio, a quien debo algo más caro que mi miserable vida, pues le debo la libertad de mi alma y la plenitud de mi espíritu.”
Como dijera esto con franqueza y fortaleza de espíritu, Pilatos le confirió el título de Ciudadano Romano y le tomó juramento en la Plaza de las Armas, además de administrador del almacén del Cedrón. Con ello quedaba su vida asegurada, pues si el Sanhedrín le persiguiera violaría la Ley de Ciudadanía.
Mas el valiente Iose siguió manteniendo sus riquezas, porque de ellas hacían frutos muchas familias de hebreos que eran instruidas por él mismo en la doctrina de Iesus, que fue llamada “doctrina” por tener “conocimiento de las tres” que son las virtudes del espíritu, y éstas son Amor, Inteligencia y Voluntad. Así, aquellas familias quedaban fuera del alcance de los esclavistas hebreos, que eran todos los miembros del Sanhedrín y los cortesanos del Tetrarca Herodes.

A Herodes lo soportaba Tiberio porque siendo aquel un hombre cruel hasta el martirio con su propio pueblo, les tenía entretenidos en sus asuntos y con ello el Maestro era menos perseguido. ¡Que los dioses me enseñen tal paciencia, que yo ya no la tengo con los hebreos, que han infectado a Roma de ideas falsas y de fornicación y de embriaguez!

Tanta paciencia tuvo Iesus con ellos y tan infinito amor, que con falsos motivos conspiraban entre sus seguidores y Él les perdonaba cuanto podía. Así intentaron enemistarle con el César y con Pilatos, que Tiberio se vio en necesidad de dictar un decreto que decía: “Quién traiga mensaje de injuria contra el Galileo llamado Iesus el Esenio, deberá ser crucificado en la Vía Apia, y allí permanecerá por tres días, y si así no muriese, se le dejará vivir pero se le cortará la lengua”.

Y como los hebreos no creyeran en la disciplina y compromiso de la palabra del César, catorce de ellos sufrieron tal castigo, muriendo siete y siete vivieron sin lengua para no poder mentir más.

Cuando en Galilea el Maestro tuvo esta noticia, pidió al César que relevara el edicto, mas éste no fue relevado, porque no es posible relevar un edicto hasta que muera el Emperador. Pero Tiberio, en cambio, ordenó que ningún hebreo saliera de Judea sin permiso del Gobernador. Así se libró Roma del acoso molesto que se hacía contra Iesus.

Tiberio, que era hombre extremadamente sabio, ordenó el Imperio de tal manera que pudo ausentarse por un tiempo, a fin de visitar la Judea y encontrarse con Iesus. Y así lo hizo, con lo que su gran estima por el Maestro, al conocerle personalmente, se transformó en Profunda Veneración, invitándolo a Roma para que predicara entre los ciudadanos que estaban un poco olvidados de la herencia de los dioses, porque hacía demasiado tiempo que ninguno enseñaba a los nuevos vástagos. Entonces el Maestro le dijo:
-“Me honráis grandemente con vuestra invitación, pero no es el sano el que necesita médico, sino el enfermo, y este pueblo está enfermo de odio y lleno de demonios. Pero ahora mandaré a Claudio Venecius para os acompañe en mi nombre, y para que enseñe la doctrina en Roma, aunque poco trabajo tendrá entre los hombres de buena voluntad. Yo permaneceré, si no ordenáis lo contrario, en medio de este pueblo hasta que la hora de ir a Roma llegue por su peso, pues vuestra presencia aquí la ratifica, y seguramente en un tiempo más os pediré hospitalidad en vuestra casa.”
Tiberio volvió con Claudio Pablo Venecius como Maestro, y al llegar a Roma le confirió el título de Tribuno y Censor, lo que le permitió hacer su  primera obra, que fue la restauración del Templo de los Dioses, que estaba algo derruido, y dijo allí un corto discurso:
-“He sido enviado a Roma por el Maestro Iesus el Esenio, quien me ha enseñado los secretos de la magia para que los divulgue y deje de ser secreto. Porque solo en el conocimiento halla paz y libertad el espíritu, y en la aplicación de la magia el mortal se libera de la ilusión y el engaño de la muerte.
Sencillos son los conceptos que debéis aprender o recordar, porque Tiberio ha mantenido firme la espada romana, defendiendo la justicia entre los hombres. Y aunque muy duras parezcan las Leyes, solo ellas aseguran la libertad material y moral del pueblo.
Para mí que he vivido con los hebreos, es un deleite llegar a Roma y ver la limpieza de hábitos, el respeto entre vosotros y la disciplina y naturalidad en todos los actos. Mas he venido a deciros que el Maestro Iesus el Esenio, ha dictado unos mandamientos, que siendo los más antiguos son los pilares del Imperio en sus orígenes:

“No tengáis por Dios a otro que Aquel que sois vosotros mismos”, pues los demás dioses son nuestros hermanos mayores pero son solamente hombres inmortales que respetan estos mandamientos naturales. Y además: “Amaos los unos a los otros, así como a todas las criaturas, y amad aún a vuestros enemigos”. Porque los enemigos del mundo son momentáneos. Mas esto no quiere decir que no debáis combatirles, tanto a los que están fuera, conspirando e intrigando contra el orden del Imperio, como aquellos que crecen y anidan en los corazones. Esos demonios del interior del alma de cada uno, son los peores, y por causa de ellos no somos dioses. Aquí tenéis restaurado y emprolijado el Templo de los Dioses, no para que les adoréis, sino para que toméis ejemplo de ellos y seáis como ellos, porque son el modelo a seguir para llegar a la Gloria Eterna.”

Mientras que Roma renacía en espíritu con la doctrina recuperada en todas sus partes, el Maestro permanecía en la Judea predicando, y descansando por tiempos en la Galilea, porque mucho era el trabajo que le daban los hebreos, y muy pocos de ellos deseaban tomar la senda de la inmortalidad, siendo la mayoría muy ciegos de espíritu, y esa ceguera no pueden curar ni los dioses, porque su cura depende de la Voluntad del Espíritu de cada uno.
Por esos días fue que Iesus, habiendo golpeado en lo profundo del pueblo hebreo para apartarle del demonio que había sido un dios, este demonio Ieová vino a él en persona y le quiso engañar, haciéndose pasar por uno de los que le habían enviado desde Paraíso del Mundo. Entonces colocó su barco de nubes y fuego a unos cincuenta estadios de Judea, para que fuera visto. Mas ninguno de los hebreos se atrevió a ir donde su dios. Unos decían que era Ieová, y que debían ir a recibirle los miembros del Sanhedrín, pero otros decían que era alguno de los dioses amigos de Iesus. 

Entonces el Maestro reunió a sus 347 discípulos y les dijo que iría a ver en persona, porque en espíritu no podía acercarse, mas les dijo:

– “Iré a ver quién es el que viene con tanto estruendo y señal de fuego, mas iré solo, porque si fuesen de los míos me habrían visitado en espíritu. Y creo que éste es el que dice ser un dios, y les ha hecho creer a estas gentes que es el único. Si algo me ocurriese y no volviera con vosotros, ya sabéis cuál es vuestro camino y vuestra misión.”.
Y dicho esto se fue hacia el desierto, y cuando el Maestro avanzaba, el barco de nube también se alejaba hacia el desierto. Y Allí, a muchos días de camino, el Maestro se encontró con Ieová. Entonces este Satanás le mostró sus prodigios, y quiso tentarle para que fuese su siervo predilecto, diciéndole:
-“Podéis ver cómo me sirven mis ángeles, y cuánto poder tengo sobre este mundo, en el que todos están pendientes de mí, y más aún lo estarán. Si acaso tuvierais un poco de inteligencia, sabríais que nadie puede vulnerarme, así que si estáis conmigo, os daré gran poder para representarme ante las Naciones, y seréis servido por todos, y hasta tendréis potestad sobre todos los hombres del mundo, disponiendo de sus vidas como os plazca…”
Y muchas más cosas le prometió Ieová a Iesus, mas el Maestro le dejó hablar sin contestarle, y entendiendo que le quería tentar, no dijo nada hasta  cuarenta días después, en que cansado de comprender cuanta maldad había en aquel hombre, le respondió:
-“Ciertamente que sois hombre poderoso, pues poseéis astucia y conocimientos, mas vuestro poder es tan vano como el engaño con que lo obtenéis, pues en vez de Vida Eterna os aseguráis la Segunda Muerte para vos y para quienes os sigan. Y ciertamente que podéis engañar a muchos, pero ahora sé cómo engañáis, porque para eso os he escuchado todos estos días. Así que si me estuviese al alcance apuraros la muerte, no dudéis que lo haría. Pero vuestra cobardía es muy grande y sé que no os atreveríais a batiros en duelo conmigo, con igualdad de fuerzas.”

Como Iesus le provocara de esta manera, Ieová lanzó un rayo de su magia sobre el espíritu del Maestro, tratando de herirle, pero Iesus tomó posición de Odil, tal como enseñaba a sus discípulos, y nada pudo resultar a Ieová, que mandó a sus ángeles a acompañarle al Maestro fuera de su barco. Cuando Iesus estuvo fuera, resultó enceguecido por el fuego que salió del barco y aturdido por un estruendo. Y al recuperarse el barco ya no estaba, sino que estaban con él un pequeño llamado Marcos, y su padre Nicodemo. Pues éstos le habían seguido a poca distancia cuando salió de Judea.
Y con ellos volvió y les contó lo acontecido entre él y Ieová. Desde entonces, más ahínco puso el Gran Esenio en su misión divina, pues alertó a todos los hebreos con más conocimiento de los métodos de engaño que usaba Ieová. 

Entonces también fue más grande la persecución que los sanhedritas hacían contra él, y quisieron matarle muchas veces. Pero su espada era muy buena y su brazo muy diestro, así que quien se le acercaba para matarle resultaba con una oreja menos, y siempre evitaba matar a sus enemigos. Por ello Santiago que era pescador de peces y se hizo pescador de  almas y buen discípulo, le preguntó porqué no mataba a quienes le querían matar.
-“Si os atacan unos críos usando escarbadientes ¿los mataríais con vuestra espada?” -dijo el Maestro, y ante la negativa de Santiago, el Maestro agregó -“Si os atacan a hierro, pues que a hierro mueran, mas no podéis matar cuando tenéis demasiada ventaja, porque sabéis que no necesitáis matar a quien no puede superaros ni heriros. Mas no dudéis que yo mataría si me viera en real peligro, porque la propia vida es prioridad de defensa. Y tened por seguro que si matáis a un hombre que os ataca para mataros o someteros, no haréis pecado alguno, pues verdadero pecado es hacer hijos de la carne cuando sabéis que debéis hacer de vosotros mismo un Hijo de Hombre, que es un Kristos.”
En eso Petrus, que era lerdo de entendederas le preguntó: -“Así que si viene un hombre y me abofetea una mejilla, y me provoca a duelo, ¿Qué debo hacer?”.
Entonces el Alto Maestro, que halló inocencia en la pregunta, alzóse de la piedra en que hallábase sentado, y mirando en lo profundo de sus ojos, con lo que Petrus se estremeció, le dijo:
-“¿Acaso os dejaríais abofetear la otra, teniendo una espada tan grande como  la mía?”
Así que Petrus entendió que la Ley de Dios, que es amar a todas las criaturas, no está reñida con la Ley de los Guerreros de la Luz, pues quien mata por odio, por odio muere, pero quien arriesga la vida, muere o mata por Amor de Dios, amando aún a su enemigo, consigue la Vida Eterna, aunque para ello deba volver al mundo usando otro cuerpo.

Pues es Ley del Mundo que para alcanzar el Reino de los Kristos, habiendo nacido mortal, debe hacerse por asalto, a fuerza de amor y de espada, y quien no entienda esta aparente contradicción es porque en su corazón aún anidan el odio y el temor, que son la raíz de todos los males del mundo. Y como Iesus enseñara estas cosas con autoridad, y sacara los demonios de dentro de quienes le provocaban, las gentes le tenían respeto.

Muchos intentaban perderle porque Iesus no respetaba el sábado, y en todos los días predicaba, y aun un día sábado fue a la sinagoga y allí curó a mucha gente de sus pestes. Entonces los herodianos y los sanhedritas le hicieron escándalo y le acusaron públicamente de blasfemador y de demonio. A lo que Iesus respondió:

-“Ciertamente que hoy es sábado, y según vuestra ley por poco deberíais permanecer en una cripta; mas yo os digo que ese es un invento de hombres y no de Dios, porque es lícito curar y predicar todos los días, incluso el sábado. Y si para vosotros resulta blasfemo trabajar en este día, ¿porqué venís a cumplir mandato de Herodes, de perseguirme y escandalizarme?, ¿Acaso no estáis trabajando en vuestro veneno?”.
Y como no pudieron contra estos argumentos, alegaron que solamente un demonio tiene potestad sobre los demonios, y que el Maestro era el mismo Belcebú en persona. A esto les dijo:
-“Si yo fuera Belcebú, no sacaría demonios y les destruiría, sino que los crearía y os llenaría de ellos. ¿Cómo puede una casa estar divida en partidos y permanecer en pie?, ¿Puede una Nación hallarse dividida en bandos y permanecer libre?, ¿Acaso puede el mal hacer el bien y Dios dedicarse a hacer el mal?
De cierto os digo que podéis escandalizar a las gentes, y muchos pecados podéis cometer, que podrán ser perdonados hasta cierto tiempo, pero no podrá ser perdonado quien blasfeme contra el Espíritu Santo. Y vosotros, si no estáis conmigo, estáis contra mí, así que el que está conmigo, que tome su borona y su espada y me siga.
Y el que está contra mí, que se prepare a combatir porque no le será fácil el conato, pero si estuviere contra el Espíritu Santo, que es Dios mismo en él, ya está por sí mismo condenado. Y si abusara del tiempo y al morir no se hubiere arrepentido de su blasfemia, el Espíritu Santo le abandonará para siempre, y sabrá lo que es llorar y crujir los dientes en el Avitchi”.
Y dicho esto se marchó hacia cerca del mar, porque allí estaban Juan y su hermano Santiago, quienes eran pescadores y guerreros impetuosos que hablaban con grandes voces. Y como sólo le siguieran unos doscientos desde Jerusalén, advertidos los soldados de Herodes, le siguieron también, con la intención de apartarle en algún momento y matarle entre todos.

Entonces el Maestro sintió en su corazón la conspiración, y dijo a sus discípulos que les daría el gusto a aquellos cobardes. Así que cuando llegaron a las colinas cercanas al mar, mandó a que todos continuaran hasta donde estaban las barcas de Juan y Santiago, y él se quedó a esperar a los soldados de Herodes. Mas los discípulos Andrés, Bartolomé, Felipe, Mateo y Tadeo, temieron por la vida del Maestro y le siguieron, permaneciendo con sus espadas listas, con el cuerpo en tierra, apenas asomados en la colina más cercana.
Los soldados que eran más de cincuenta, llegaron hasta Iesus, pero seguían marchando como si no le viesen, hasta que estuvieron cerca de los Discípulos. 

Así que Andrés dijo a los otros:

-“¿Cómo es posible que no le vieran, si han pasado a diez pasos de Él?”. Pero los otros estaban preocupados porque los soldados estaban a pocos pasos de ellos y seguirían hasta descubrirles allí, y les tomarían como centinelas. Entonces Iesus, que permanecía en el mismo lugar, llamó a los soldados y les dijo:
-“Si no podéis verme ¿cómo pensáis hacer para matarme?. Ni siquiera he desenvainado mi espada, y aquí me tenéis, tan solo como pretendíais:”
Así que en tropel fueron hasta él, mas al llegar daban vueltas y más vueltas en el lugar, habiendo dejado de verle otra vez. Así que se asustaron y estallaron en el odio que tenían, y comenzaron a dar espadazos por doquier, al aire. Y tanto se enceguecieron que se mataron entre ellos quedando treinta de los cincuenta que iban. Cuando reaccionaron los que estaban, porque el adjutor les gritó con autoridad, uno de ellos tiró su espada y su escudo al suelo. Y a ese le siguió otro, y finalmente los lanceros también dejaron sus lanzas y el adjutor dijo mirando para todas partes: -“¿Cómo hemos de vencerte si no podemos verte?, ¿realmente sois un dios o un demonio?, porque no es posible que un hombre haga estas cosas. Entonces Iesus habló, pero no dejó que le vieran:
-“De cierto os digo que no soy demonio, y soy un dios como todo aquel que recibe en sí mismo el Espíritu Santo. No podéis verme porque así es mi voluntad ahora, pero lo peor es que estáis ciegos de alma y de entendederas, y seguiréis así mientras obréis por mandato de vuestro dios Ieová, y obedezcáis al Sanhedrín y al cruel Tetrarca.
Y también os digo que si alguno de los míos fuese por mi causa perseguido o muerto, conoceréis mi espada más de cerca. Así que enterrad allí mismo vuestros muertos, no sea que la podredumbre haga impuras vuestras heridas. Y decidle a Herodes que no toleraré por mucho tiempo esta persecución.”
Luego salieron al encuentro los discípulos y acompañaron a Iesus hasta las barcas de los pescadores, donde dieron testimonio de lo ocurrido. Así que las gentes que habían venido de muchas aldeas vecinas sumaban como tres mil, y todos querían tocar al Maestro para curarse sus pestes, y ciertamente que se curaban, porque eran gentes simples que en verdad querían un Maestro que les enseñara a ser dioses. Así que uno preguntó a Iesus qué era la Fe y cómo podía tenerse, a lo que el Maestro respondió con gran dulzura:
-“Buena es vuestra pregunta porque franca es vuestra búsqueda, así que de ahora en más no os faltará Fe, porque os lo aclararé: Es la mezcla perfecta de Amor, de Inteligencia y de Voluntad, cuando pedís que el Espíritu Divino os conceda cualquier cosa que no tenga que afectar a otros.
Muchos entre vosotros, por causa de lo que enseñan los rabinos y los escribas, creen que se trata de ser crédulos y supersticiosos. Mas debéis tener en claro que no hay Fe posible si tenéis el corazón lleno de temor, de odio o de deseos impuros, porque son los tres demonios mayores, que procrean una legión de demonios menores dentro del alma, y al igual que los demonios del vientre, se nutren de vuestra vida, que es como repito: Amor, Inteligencia y Voluntad. Os entregáis a los demonios y vais donde ellos os llevan, haciéndoos creer que ellos son vosotros mismos; o les enfrentáis hasta destruir su raíz que son el odio, el miedo y el deseo impuro“.
Como era clara la enseñanza, pocos hacían preguntas, mas uno tenía dudas sobre los deseos:
-“Perdonad mi pregunta, Maestro, pero ¿es malo desear?, ¿Acaso es ilícito desear a la mujer y que la mujer desee al hombre?. ¿Es ilícito o pecado desear un buen manjar?
-“Los odios y los miedos -respondió el Esenio- no pueden jamás ser buenos, mas los deseos son de dos clases. Los hay buenos o necesarios, como son los que nombráis, mas todo debe ser moderado, y la Conciencia, que es la Inteligencia Divina en vosotros, siempre os dirá cuándo un deseo es bueno y cuándo es malo. 153No es malo desear a la mujer ni que la mujer desee al hombre, mas es malo desear la mujer de otro y para la mujer es malo desear otro hombre que ya tenga mujer. Y es muy bueno que los esposos jueguen con sus cuerpos y se den placer mutuamente, y así deben hacerlo porque el alma se expresa mediante el cuerpo.
 Pero también es malo fornicar, que es echar fuera el Agua de Vida la mujer y la simiente el varón, pues en ello arrojáis fuera del cuerpo la Sagrada Hostia del Espíritu Santo, porque con ella debéis preparar el cuerpo de Kristo con el que podréis nacer a la Vida Eterna, haciéndoos Hijo del Hombre en vez de hacer hijos de la carne.
Porque si hacéis hijos de la carne, hacéis corderos para Ieová, y luego naceréis en condiciones peores, y siempre iréis del Devachán a la carne, y de la carne al cementerio, y del cementerio al Kamaloka, y del Kamaloka al Devachán, y en el Kamaloka dejaréis podrir el alma de las emociones, y desde el Devachán deberéis volver a este mundo de sufrimiento, y así por los siglos de los siglos, sin conocer la Gloria del Padre, a menos que revirtáis el proceso y despertéis vuestra alma matando sus demonios.
Y no debéis preocuparos por mantener el Reino Humano, porque el Logos del Mundo ha dispuesto bien las cosas, y los dioses siempre tendrán algún hijo de la carne para perpetuar el Reino, mas los hijos de los dioses no son mortales, y vosotros también podréis tener hijos inmortales cuando os hayáis purificado, trasmutando la carne vuestra.
Mas quien a la hora de ser llamado a seguir el camino de la Vida Eterna, siguiera haciendo hijos mortales, más se alejará de la Gloria haciendo causa común con Ieová, que aprisionó a los hombres haciéndoles cuerpos mortales.
Por ello os digo que estáis a favor o en contra de mi doctrina, y no es posible estar tibio, porque los tibios están como sobre un hilo, y seguramente caerán al abismo, y luego nacerán como micos, esos que los fenicios creen que son animales, pero que en realidad son hombres caídos en la imperfección.”
Luego de enseñar aquellas cosas, subió a una barca para ir con los pescadores a la otra orilla, donde había otra multitud esperándole desde hacía días, así que cuando partieron, Iesus se durmió sobre unas redes. En eso una tempestad se levantó con grandes olas, y las barcas amenazaban hundirse, así que Petrus llamó al Maestro que no se despertaba por el estruendo del viento y de los truenos. Y como les viera muy asustados, se irguió y dijo al mar que se calmara, y a la tormenta que se fuera, y tan grande era la Voluntad en su Espíritu que todo quedó en calma. Los discípulos, aunque conocían sus enseñanzas no entendían los hechos. Y Iesus oyó sus pensamientos y dijo:

-“Lamento que aún no entendáis que estas cosas que hago, vosotros también las haréis, y haréis cosas más grandes aún, pero nada haréis si os asombráis y maravilláis, en vez de practicar. Porque si tenéis Fe verdadera y el corazón libre de miedos y odios, lo único que os está faltando es practicar, practicar, practicar y sin desmayo seguir practicando.
Pues no existe milagro para quien conoce, sino para quien cree o no cree, porque creer y no creer son dos cosas inútiles por igual. Ninguna de las dos se compara con el saber, siendo que el que simplemente cree, puede creer cualquier tontería o estar equivocado; y quien no cree estará un poco más lejos del error pero muchas veces juzgará mal lo que no conoce.
A vosotros ya os he explicado todo, y no lo hago en parábolas, como los escribas y los rabinos, porque yo no busco confundiros sino aclararos para que todos entiendan, pues a eso he venido.
Así que dedicad más tiempo a pensar según os he enseñado, y no perdáis ocasión de aniquilar los brotes que los demonios han dejado en vuestro sentimiento, porque por causa de ellos es que aún no podéis decir al mar que se calme y a la tormenta que se vaya.
Os repito que el milagro no es más que una sensación, para aquel que desconoce la ciencia de alguna cosa. Y recordad que aunque seáis mortales todavía, hasta podéis resucitar a un muerto reciente, si tenéis suficiente pureza de corazón”.

Cuando llegaron a la orilla donde la multitud les esperaba, llegó ante el Maestro el jefe de la sinagoga, y como Juan y Santiago le conocían, creyeron que venía a escandalizar y le prendieron para llevarle lejos, más el hombre lloraba y suplicaba que le dejasen suelto porque venía en paz con ellos. Entonces le llevaron con el Maestro y le rogó que salvara a su hija que se estaba muriendo.
Iesus le acompañó hasta su casa y les seguían todos, así que en montón le tocaban el pelo y le abrazaban y besaban aquellos que le conocían en persona por primera vez. 

En eso el Maestro preguntó quién había tocado su vestido, a lo que Petrus contestó con una carcajada y le dijo que todos le estaban apretando, así que eran como quinientos. Mas una mujer se arrodilló ante Él y le confesó que ella tenía hacía mucho tiempo una pérdida de sangre por hemorroides, y había quedado pobre porque había visto a todos los médicos de Judea, sin que ninguno le curase. Y ahora sentía que por haber alcanzado siquiera a tocar el sayal de Iesus, estaba curada, y tenía asombro porque sentía fuerte su cuerpo. Así que el Maestro le mandó a estar en paz, porque su Fe le había curado, ya que era mujer de corazón limpio y amoroso.

Poco después llegaron a la casa del rabino que se llamaba Jairo, y los parientes que salieron a recibirle estaban de luto y con la cabeza baja, y con sus ropas rajadas, como ellos acostumbran cuando se hallan indignados. Mas el Esenio les quiso conformar diciéndoles que la niña no estaba muerta, sino dormida. Y por esto, aún en el dolor, uno de ellos dijo a Jairo:

-“¿Quién es este que habéis traído a burlarse de nosotros? Apenas salisteis hace ya todo un día, a esperarle en la costa, vuestra hija murió y nada puede hacerse.”

Entonces el Maestro tomó a la madre y al padre de la muchacha y a tres de sus discípulos, y echaron fuera de la casa a todos los demás. Allí se acercó donde la joven yacía, y alzando sus manos dijo con gran dulzura de palabra y fuerza de espíritu a la muchacha, que se levantara. 

Y como la muchacha se levantó y abrazó entre llantos a sus padres, Jairo dijo:
-“Si a cambio de lo que habéis hecho me pedís la vida, pues tomadla, y así tomad lo que queráis de mis pertenencias, pues en los ojos de mi hija viva está el mayor tesoro que podamos tener”.
-“Nada quiero para mí -respondió el Gran Esenio- sino para vosotros. Atended a mi enseñanza y dadla sin retaceos una vez practicada en vosotros. Y a vuestros criados, que según vuestra riqueza han de ser muchos, tratadlos igual que a vuestra hija, aunque sean extranjeros o de los vuestros. Pues esta niña estuvo muerta porque el Espíritu Santo estaba en ella, y no quería permanecer entre vuestras iniquidades”.

Los esposos abrazaron a Iesus y le juraron que cambiarían sus actos y pensamientos como ningún otro lo había hecho antes, porque ciertamente que las iniquidades remordían sus corazones y no querían seguir en ellas.
Enterándose de todas estas cosas los fariseos y los doctores de la Ley, se reunieron en Jerusalén para tramar contra el Maestro, porque estaba convirtiendo a los propios hebreos en Kristianos, así que no se daban por vencidos. Mientras ellos tramaban, los Discípulos salían por los poblados enseñando a las gentes la doctrina, dando discursos y curando enfermos, en nombre del Espíritu Santo. 

Así que cuando volvieron a reunirse con Iesus, éste les dijo a Petrus, Santiago y a Juan:
-“Buena ha sido vuestra andanza de estos días, y los dioses que viven dentro del mundo me han visitado en espíritu. Y como vieran que estamos haciendo bien nuestra misión, tienen algo que decirme en persona. Así que vosotros me acompañaréis hasta el Monte de las Palmeras, donde vendrán mis hermanos, y por unos días estaremos en el Paraíso del Mundo. Os he elegido a vosotros porque sois los más adelantados y de más puro corazón, mas no diréis a los demás adónde vamos”.

Así que le acompañaron aquella noche al monte predicho, y estando muy lejos de la vista de la ciudad se pusieron a meditar en silencio. Hasta que cerca del amanecer, cuando los tres Discípulos se hallaban dormidos, les despertó una luz amarilla muy potente que se posó a poco más de un estadio de ellos. Como estaban algo asustados, Iesus les tranquilizó, y cuando estuvieron bien, la luz se había convertido en una enorme batea como las de moler el grano.
Allí fueron los cuatro, y al acercarse, una luz blanca como no habían visto antes se dejó ver por una puerta, y de ella salieron dos ángeles o dioses, que hablaron en pensamiento con Iesus. Luego les hicieron entrar en la batea, y desde adentro se veía todo hacia afuera, porque era aquello una nave de dioses, y sus paredes eran como el natrón, pero desde afuera no era posible ver hacia adentro.

Como los tres discípulos estuvieran muy asustados, Iesus les reprendió, porque con tales sentimientos molestaban a los recién llegados, que fueron presentados como hermanos de Iesus en espíritu.
Entonces uno de ellos les dijo:

-“Éste que os ha invitado es mi hijo en el Paraíso, donde iremos ahora, y estaréis siempre con él, así que permaneced con el corazón en paz.”
Cuatro días estuvieron en el Paraíso, y cuando los regresaron solo dijeron a los demás que habían estado en el Reino de los dioses, mas no dijeron lo que vieron ni lo que supieron de ellos, porque está vedado a los mortales entrar al Paraíso, salvo que fuere por especiales motivos que solo ellos conocieron.
Como los fariseos y los doctores estuvieran preparando argumentos para perderle, y emboscadas de soldados para matarle, tres miembros del Sanhedrín que querían ser salvos le dijeron al Maestro:
-“¿Hasta cuando vais a estar en este territorio perverso? Estáis curándolos de sus pestes, devolviendo la vista a los ciegos, haciéndoles sanos a los paralíticos, y hasta resucitando a algunos muertos, y a pesar de ello los sanhedritas y los herodianos conspiran para mataros. Y si os quedáis más tiempo ellos se saldrán con la suya, pues son persistentes como la lepra y venenosos como el áspid. Nada tenemos contra vos, por eso estamos aquí. En cambio vemos que vuestra palabra es verdadera y no queremos que os dañen esas arpías.
Más no podemos hacer, porque si nuestros compañeros se enteraran nos arrancarían la lengua y los ojos, y vos no podríais curarnos porque no tendríamos ojos.”
-“Podéis quedaros tranquilos en cuanto a mí -dijo el Esenio- porque ninguno podrá tocarme tan siquiera un cabello si yo no lo permitiese. Ellos no entienden que no se puede ir contra uno que tiene conciencia de Dios y obra siendo Uno con el Espíritu Santo. Ni siquiera he debido usar mi espada más que para cortar alguna oreja; y me iré cuando Mi Padre en Secreto, que es el Yo Divino en Mí, me lo mande.
Mas no veo que hacéis aún en el Sanhedrín, cuando vosotros mismos sabéis lo que es eso y los escorpiones que allí se cuecen. Ya han quedado suficientemente claras las cosas desde que he venido, como para que el que me escuche decida si está conmigo o está contra mí. Los fariseos y los traidores hipócritas caminan a mi lado creyendo que yo no los percibo, mas se equivocan. Si les dejo estar es porque les doy oportunidad de cambiar sus demonios por el Espíritu Santo. Pues a cada uno corresponde aceptar que le cure los demonios o que no lo haga, pues no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír.
Mas nosotros no nos metemos donde hay arpías, en otra actitud que no sea combatirlas, pues liberar esclavos es nuestra función. Si permanecéis bajo el juramento del Sanhedrín os hacéis cómplices de él y traidor de ellos al mismo tiempo, porque así lo consideraron con Iose, el de Arimatea, y le echaron fuera sin atender su sabiduría. Así que renegad de vuestros títulos y vivid como os corresponde según vuestra conciencia, pues si no estáis preparados para morir o matar en defensa de vuestra libertad y vuestra paz, no las tendréis jamás.”

Como fueran tan claras y sabias las palabras de Iesus, los tres renunciaron al Sanhedrín y con ello el odio de los otros se hizo más intenso. Así que convocaron a Saulo, apodado Iscariote, a quien habían mandado seguir a Iesus a donde fuere, diciendo seguir su doctrina. Le ordenaron apartar a Iesus con algún pretexto, a fin de matarle sin que el pueblo supiera, porque toda la gente reaccionaría contra los asesinos y quienes les mandasen, y si el Gobernador se enteraba podía destituir a Herodes y clausurar el Sanhedrín.
A este Saulo -que era un gran hipócrita- le costaba creer que Iesus supiera sus pensamientos, aunque a veces era sorprendido por el Maestro que le miraba cuando elucubraba en base a su envidia y vileza. Pero todas sus dudas se fueron cuando el Jefe del Sanhedrín le prometió treinta monedas de oro puro, para que hiciese con ello lo que le plazca. Así que dijo a Iesus que en la fiesta de Pascua, ya que él no la festejaba pero poco habría para hacer, estando casi todo el pueblo en las celebraciones, podían ir a orar al Monte de los Olivos, pues sabía que aquel era el lugar predilecto de Iesus. Mas le pidió que fuesen solos, porque debía confesarle cosas que le avergonzaba hablar ante los otros.

El Maestro le dijo que pensaría qué hacer, y esa noche, mientras cenaban en casa de Marcos, habló a todos los que allí estaban, que eran unas cuarenta personas.
-“Dos noticias tengo para daros: Una es buena y la otra es mala. Mas ninguna debe removeros el corazón. La primera es que voy a casarme con Magdalena, quien ha sido la mujer más valiente que he conocido, pues con ella he de seguir mi camino, ya que la he hallado afín a mis deseos de ascender al Reino de los Kristos cuanto antes. Como he nacido mortal, me es menester recuperar la inmortalidad, tal como os he enseñado, y no puede hacerlo en soledad ni el hombre ni la mujer.
Pero la otra noticia es que el puñado de hienas que sojuzga a vuestro pueblo no duerme sino soñando con matarme, así que ha enviado a un hipócrita a hacer acto de traición. “
Y como todos se escandalizaran y se miraran unos a otros, el Maestro continuó:

-“No os preocupéis por los demás, porque así la traición se haría desconfianza y envenenaría el alma de todos. Dejad que el traidor haga lo suyo hasta donde yo le deje, pues basta con que lo sepa yo, ya que es tan ruin, bien él lo sabe, y tendrá por ello su precio, que le apetece más que la salvación de su alma. Así que comamos en paz, y no os preocupéis por mi, que si acaso me matasen volvería a nacer en el Paraíso donde se es inmortal.”.
Cuando esto decía Iesus, Saulo bajó la cabeza y se revolvía en su corazón de tal modo que todos se dieron cuenta de quién era el traidor.
Al día siguiente Iesus debió marcharse hacia las colinas de los Úscares, donde los discípulos habían citado a mucha gente que aún deseaba escuchar la palabra de sabiduría, y muchos habían concurrido desde muy lejos.
Al llegar sobre el cenit, halló que eran más de cinco mil, y se alegró de que hubieran muchos deseosos de ser libres en espíritu. Así que estuvo curando a los enfermos y enseñando con gran claridad la Doctrina, hasta que se hizo muy tarde. Los discípulos estaban cansados, porque ellos enseñaban a la par, para que todos conocieran la magia de la runa, que es la Gimnasia con Verbo, que hace florecer el Verbo Creador de Dios en cada uno. Así que Petrus dijo al Maestro:
-“Os recuerdo que de carne somos, y la carne se cansa, además si no despacháis a estas gentes, van a desfallecer de hambre, pues algunos han caminado cinco días, y llevan dos o tres días sin comer. Y como ya se hace la noche tendrán que ir a las aldeas de los alrededores a por refugio y algo de comida”
Entonces el Maestro llamó a los diez que enseñaban con él, y les indicó dejar a la gente formada en grupos de cincuenta, tal como estaban para los ejercicios. Entonces tomó las cestas de comida de ellos, y halló que habían cinco panes y dos peces. Así que partió en dos trozos un pez, para que hubiera pan y pez en cada una de las tres cestas. Dijo a Petrus, a Juan y a Filipo:

-“Ahora dejad de lado todo pensamiento ajeno al Poder Divino, y dejadlo actuar, así que si os surgiera asombro, recordad que no hay más milagro que el Amar, el Saber, y la Voluntad Divina, que está hasta en vuestro propio aliento. Dando gracias a la Divinidad que vosotros mismos sois, pasead entre estos hermanos y que cada uno tome cuanto quiera.”

Y como los tres hicieran tal como el Maestro les mandó, las cestas comenzaron a llenarse de panes y peces a medida que las gentes sacaban, y en vez de agotarse, cada vez estaban más pesadas, así que otros debieron ayudarles, porque sólo tres cestas habían pero no se vaciaban. Cuando volvieron con el Maestro, los cinco mil habían comido hasta saciarse y quedaron aún las tres cestas llenas de comida. Le hallaron como durmiendo, recostado en una piedra, y al oír sus murmullos les dijo:

-“Estas obras que yo hago, vosotros también las haréis, y haréis más grandes obras aún, pues que el Espíritu Santo, que está en todas las cosas, es inagotable. Cuando hagáis cosas similares, será porque habéis terminado de purificar vuestro corazón y vuestra alma; entonces el Espíritu Santo vendrá a vosotros, y le recibiréis, mas no será el final de vuestros días ni de vuestra misión, sino que os hallaréis cerca de ascender al Reino de los Kristos, y vuestro será ese Reino, el Poder y la Gloria.”
En esos días, llegó a manos de Tiberio una carta de Adriano Galio, que era espía mandado por él, a estudiar la situación de Judea sin el compromiso político del Gobernador. Y decía:

“Divino César: He pasado tres meses observando a los judíos, a los galileos, a los esenios y a los cafarnitas, y muy especialmente a los Kristianos de Judea, y mi conclusión es ésta: Los esenios son de nuestra raza, aunque casi todos de ojos azules, aun aquellos que tienen pelo negro. Todos ellos son más altos que los demás pueblos en proporción de una cabeza de diferencia, y como ciudadanos, ciertamente que vuestro juicio sobre ellos estaba acertado, porque son pueblo leal y digno como ningún otro, y mucho gana el Imperio teniéndoles donde se hallen. Aunque no han tomado territorio fijo, sus designios son afines con los de Roma, pues respetan las leyes y jamás hallaréis falta en ninguno de ellos.
Lamento deciros que no ocurre igual con los judíos, los galileos y los cafarnitas, y aunque no soy quien para sugeriros nada, me temo que si les permitierais transitar por el Imperio harían muchos estragos y alterarían la paz de los demás pueblos. Sé que sabéis estas cosas, pero es mi deber confirmar la verdad tal como me lo habéis pedido.
Entre este pueblo, los Kristianos de Judea son la excepción, pues son varios miles que se han rebelado contra la tiranía de Herodes y el Sanhedrín, mas también hay falsos Kristianos, que son en verdad mandados por los sanhedritas a escandalizar y pervertir a los verdaderos.
Como se halla ahora dividido el pueblo, el Maestro Esenio que ha causado esta división corre peligro de muerte, pues en los templos de los hebreos de lo único que se habla es de cómo matarle o acusarle para que el Gobernador le tenga enemistad. Estando con Él en sus discursos, he comprobado que no es la excepción entre los esenios, sino que es igualmente un ciudadano de honor, y vuestra impresión de Él ha sido correcta.
Le he preguntado en qué concepto tenía al César, y ha contestado: “¡Ay del mundo si la mano del César se hiciese blanda!, porque mientras el Dios de su corazón le siga guiando, y mientras su espada siga siendo la de la Justicia, el mundo avanzará hacia la Gloria. Porque mientras haya pueblos como éste y Ieová siga haciendo de las suyas, no es posible dejar de velar atentamente. Y como dijera esto ante más de mil personas, su compromiso es grande, así que no dudo de que sea así su pensamiento. He hallado en la enseñanza de Iesus, que llaman Doctrina, la misma sabiduría que en vuestros principios; si predicara en Roma, nuestro amado pueblo se vería beneficiado. Pero eso corresponde a vuestro sabio juicio y decisión. ¡Ave, César!. 

Escrito por Adriano Galio en Judea, en el mes de Juno del año XIV Tiberiano, y DCCLXXXIII Romano.”

Y como en Judea las persecuciones contra los Kristianos continuaron dividiendo al pueblo, un saduceo llamado Canaán de Betsaida fue ante Pilatos, acompañado por cinco mujeres, y dijo al Gobernador:
-“He venido a pediros ingerencia en este asunto de mi pueblo, que por causa del Esenio Iesus, se halla enemistado entre sí, y los hermanos ya no son hermanos, ni los padres son padres de sus hijos, sino enemigos. Estas mujeres que lloran aquí, han perdido a sus maridos, no porque hayan muerto, sino porque han marchado de sus casas y les han abandonado. Y todo porque ellas no comparten la Doctrina. Si es verdadero vuestro poder y justo vuestro juicio, ¿No halláis conveniente crucificar a Iesus, puesto que él ha causado más muertes que los zelotes? Allí tenéis prisionero a Barrabás, y a Menelíades, y a Bartolomé el Nubio, mientras el esenio anda revolviendo al pueblo y provocando desórdenes. ¿Acaso no estáis para imponer la paz?.”
Como Pilatos se viera acosado todos los días por situaciones como ésta, dijo a Canaán:
-“No discutiré con vos cuáles son mis obligaciones, ni permitiré que me las recordéis, así como no os toleraré que digáis lo que debo hacer. Mas os digo que no os halláis divididos por la Doctrina del Maestro, sino por causa de vuestras propias iniquidades. Antes de caer la noche el Maestro ha de estar a mi mesa, así que volved a esa hora y Él terminará de responderos”.
Sabiendo de esta cita de Iesus, el saduceo convocó a los sanhedritas y a los herodianos para proponerles una idea, así que comenzaron muchas corridas en la ciudad, y avanzada la tarde, los conspiradores habían reunido a unos dos mil parientes y a todos los que estaban en persecución del Maestro. Fueron donde el Gobernador, y allí los soldados debieron contenerles, porque a viva voz reclamaban a Pilatos entre ellos. Cuando Pilatos fue avisado, Iesus, se hallaba con él y le dijo:
-“Sé que han venido por mi causa, y por mi causa deberéis hacer juicio, mas os ruego dejar de lado nuestra amistad, para que vuestro pensamiento sea justo. Dejad que vuestra autoridad sea la que se os da de arriba, es decir la del Dios de vuestro corazón, que es más grande que la de vuestro investimento.”
-“No os preocupéis por el compromiso -díjole Pilatos- porque yo sé muy bien lo que esta chusma quiere; y vuestra Doctrina, ciertamente que no es pacífica, mas no contradice la Ley que yo represento. Si predicaseis en Roma, seguramente no produciría división, sino más unión aún, porque si este pueblo es divisible, es porque lo merece.”

Como insistieran los de afuera, Pilatos les mandó a la Plaza de la Armas, porque allí hablaría con todos. Entonces Iesus no consideró oportuno dejar solo a Pilatos, ya que iban contra Él. Cuando estuvieron ambos en el estrado de la Plaza, uno de los sanhedritas mandó a callar a todos y habló.
-“Por ese que os acompaña estamos aquí, y bien sabéis que anda perturbando a nuestro pueblo desde tres años ya, así que como es nacido en Galilea, según nos lo dijeron algunos de sus parientes, antes que la justicia romana, le corresponde la justicia de nuestro Rey, quien le ha condenado a muerte por causa de blasfemia contra nuestro Dios Ieová. 
Este esenio dice ser un dios y que los dioses son inmortales, así que si le crucificáis, tal como ha hecho Tiberio con algunos enviados de nuestro Rey, seguramente no morirá. Y si muere se habrá comprobado su blasfemia. Mas si le dejáis libre, estaréis contra Roma y contra la paz de nuestro pueblo.”
-“Nada injusto ha cometido este hombre -dijo Pilatos- así que no entiendo vuestros argumentos. Y si bien nació en Galilea, sabéis que los ciudadanos romanos no son tales por nacer en Roma, sino por ser leales al Imperio. Y éste no solo es leal a Roma, sino que es hombre por demás justo y tolerante. Le dejaremos al esenio que diga lo suyo, porque no es justo que no se defienda.”
Así que el Maestro se adelantó unos pasos y dijo a los conspiradores:
-“Desde que he venido a vosotros, he tratado de que comprendáis que no sois un pueblo sano de espíritu, así que podéis arrancar de vuestro corazón ese demonio de odios, porque es la causa de todos vuestros males y de todas vuestras miserias. Os he demostrado que el Dios del cual os hablo nada tiene que ver con el que adoráis, porque el Dios Creador del Mundo y de todas las infinitas moradas que hay en cielo, es ciertamente Dios de Amor y no de Odio, y nunca puede estar iracundo ni maldecir a sus criaturas.
Y si ahora estáis divididos, en buena hora que así sea, pues yo no he venido a traeros pan ni paz, sino que he venido a separar el trigo de la cizaña, aunque ello obligue a sembrar sangre y espada, separando a los hermanos de sus hermanos, a los padres de sus hijos y a las mujeres de sus esposos, pues no puede convivir el de corazón sano con el de corazón impuro, porque así es como los limpios de corazón son esclavos de los hipócritas y de los codiciosos.
¿Acaso no estabais ya divididos en castas, según riquezas de este mundo, habiendo pocos ricos en posesiones y muchos esclavos y carentes hasta de comida?.
De cierto os digo que mucho os ha tolerado Roma y todos los pueblos, y si seguís en vuestra ceguera y porfía, llegará el día en que la paciencia se agotará y tendréis ejércitos rodeando vuestras ciudades, y no quedará piedra sobre piedra en ellas, porque infundiréis la ira en todas las Naciones. Así que no me culpéis de vuestros demonios, mas despertad de vuestra infamia.”

Entonces la multitud que seguía sorda y ciega a la razón, y que actuaba mediante señales para obrar a un tiempo, comenzó a insultar a Pilatos y al Maestro, sabiendo que la centuria no era suficiente para reprimirlos. Entonces el Gobernador levantó sus manos y esperó a que callaran y dijo:

-“Mañana habré tomado una decisión, y podéis concurrir aquí a esta misma hora. Así que id a vuestras casa y preparaos para vuestra celebración de Pascuas, que yo meditaré qué es justo.”

Y como no hallaran respuestas inmediatas, comenzaron a irse apesadumbrados. Entonces entrando en el Palacio Pilatos y Iesus, el Maestro dijo:

-“Entiendo cuál es vuestro deseo, aunque no queréis decirlo; mas no os preocupéis, porque aunque deba alejarme, se que más no podré hacer con este pueblo tan ciego y pecador.”

Así que mandó el Maestro a convocar a todos sus fieles más cercanos, que eran como quinientos, para que le esperasen en el huerto de Getsemaní, que era propiedad de Iose, el de Arimatea, donde solían reunirse en secreto unos pocos. Pero Pilatos le rogó que los invitara al Palacio, pues había de mandar a preparar comida para los que fuere necesario atender. Y como Iesus aceptara, se reunieron allí los Kristianos que se hallaban en la ciudad. Entonces durante la cena, el Maestro eligió a setenta y dos de ellos, para que continuaran en la región con la campaña de enseñanza, y les dijo que se ausentaría, porque si permanecía allí, peligraría toda la misión, y dijo:
-“Muchos de vosotros serán perseguidos, prendidos o muertos, mas ahora estáis preparados para combatir el mal, porque lo habéis desterrado de vuestros corazones. He tenido sobradas pruebas de vuestra valentía, y de que habéis vencido el miedo a la muerte. Sé que entre los soldados de Roma y vosotros no hay diferencia, y que bien podéis enrolaros con ellos, mas os recomiendo que si no se os convoca para tal servicio, dedicad todo vuestro esfuerzo para divulgar la enseñanza que habéis recibido.
Pilatos ha designado diez instructores para que os terminen de formar en el uso de la espada y en el arte de la guerra, porque a causa de la Doctrina, el enemigo está más atento que nunca.
Mas os recuerdo cuál es el enemigo más peligroso: No es Ieová, ni los soldados de Herodes, ni los asesinos que el Sanhedrín ha mandado a emboscarnos cuando tuvieren oportunidad. El mayor enemigo es vuestro Miedo, vuestro Odio, y vuestros Deseos Carnales, representados en el triángulo de la Estrella hebrea, enredando al otro triángulo, que es la Doctrina del Amor, de la Inteligencia y de la Voluntad.
Si termináis de vencer adentro de vosotros, no importan los enemigos de afuera, porque os guiará el Espíritu Santo para que les derrotéis con justicia.
Entrad en todos los pueblos y permaneced donde seáis bien recibidos y escuchados. Mas donde no hubieren oídos atentos no permanezcáis ni una sola hora, porque no podéis intentar que el cerdo coma perlas. Y como ésta es la última cena que compartiremos, bebed y comed estos vinos y manjares, pero no olvidéis jamás alimentar el cuerpo de Kristos que mora en el cielo de vuestra alma. Porque vuestra simiente es el pan del Espíritu Santo.
Y a vos, Flavio Marcelius, que habéis tomado nota de la enseñanza, os encargo hacer copias para que cada uno lleve y recuerde todo, sin cambiar ni una letra, porque vendrá un tiempo en que por causa de persecución se olvidarán muchas cosas. Y será bueno que la escritura quede a buen cuidado, pues habrán de venir falsos profetas que en nombre de Ieová, adulterarán los escritos de los escribas hebreos. Si hasta ahora no han cesado de engañar y calumniar, es de esperar que sigan haciéndolo.”

Antes que todos se fueran, siendo ya muy tarde, el Maestro eligió a diez entre los presentes, los cuales eran Petrus el Númida, Bartolomé de Betsaida, Mateus Vespasiano, Lucas Galbano, Santiago y Juan Zebedeo, que eran hermanos, Adriano Galio, Santiago Alfeo, Simónides Lucio y Filipo de Úscares. 

A ellos les hizo prepararse para un largo viaje, pues irían hasta el puerto romano para embarcarse hacia la Galia, donde un barco de almacén debía llevar un cargamento de sal.
Antes del amanecer, los once hombres y las mujeres de siete de ellos, más la esposa de Iesus que era de nombre María de Magdala, recibieron provisiones y los salvoconductos de Pilatos, y fueron hacia el Puerto de los Mineros, escoltados por cincuenta soldados, porque algunas tropas de Herodes merodeaban siempre los caminos, a fin de emboscar al Maestro y matarle.

Cuando se hizo la tarde de aquel día, los que pedían a Pilatos que mandase a crucificar a Iesus, habíanse congregado en la Plaza de las Armas, y reclamaron a Pilatos que mandase a crucificarle inmediatamente o se lo entregaran a ellos para llevarle ante Herodes. Como éstos eran el doble en cantidad, pues durante todo un día habían preparado la revuelta, y Pilatos había previsto la situación, la centuria de Cafarnaúm y la de Úscares habían reforzado la guardia.

Esto no amedrentó a los revoltosos, pero los contuvo sin que pudieran entrar al Palacio. Entonces Poncio Pilatos les dijo en la plaza: “Habéis venido en busca de mi decisión, mas no puedo dárosla de modo alguno, porque el Hombre que buscáis ya no está entre nosotros, pues se ha ido al otro lado del mundo a predicar lo que vosotros habéis rechazado. Como aquí veis, me lavo las manos como juramento de que el Maestro Esenio no está en Jerusalén, y me ha dicho que no volverá a predicar entre vosotros, así que idos en paz y celebrad vuestras Santas Pascuas.”

Y como se viesen burlados los sanhedritas, que habían preparado enormes argumentos para prender al Maestro, mandaron mediante señales preparadas, a que todos insulten al Gobernador, y éste debió reprimir el avance de los revoltosos, quedando muchos de ellos heridos. Ese mismo día, como represalia, mandó a ejecutar sumariamente a los prisioneros zelotes, y les hizo crucificar en el monte de la cal, para que ninguno más intentara sedición contra Roma.

Así que el Maestro estuvo un mes después en la Galia, donde muchos ya le conocían porque algunos soldados que estaban allí en servicio, y los mineros que viajaban entre la Galia y el Mar Muerto, habían sabido de la Doctrina. Así que tuvo mucha alegría de que le recibieran y quisieran escucharle y preguntarle cosas, y muchos se hicieron Kristianos en aquellos días.

Mas como hubiera muchos hebreos dispersos por todo el Imperio, también los había en la Galia, así que no tuvo plena paz el Maestro. En esos días los zelotes habían soliviantado a muchos pueblos de Galilea y un grupo de saduceos escapó de la región en razón de la represión que tuvo que hacer Pilatos. Y cuando desembarcaron en la Iberia, con un trirreme que robaron a los mineros, dieron a los hebreos que allí vivían, la noticia de que el Maestro era condenado a muerte por Herodes, y que el Tetrarca había ofrecido gran recompensa por su cabeza.

También esparcieron la noticia de que muchos Kristianos estaban prisioneros en las celdas del Palacio de Herodes, y que les tenía de señuelo para que fuera por ellos el Maestro Iesus. Así que enterándose de ello, Iesus apuró su encuentro con Tiberio, para pedirle ayuda, porque tenía intenciones de volver a Judea a rescatar a sus discípulos.

En eso, Tiberio debió comunicarle la noticia reciente, de que hacía ya un mes, su hermano mayor Juan, el que le había uncido con agua para despertar en el Maestro el Espíritu Santo, había sido apresado por Herodes, y a pedido de su mujer había sido decapitado. Y como hubiera grande revuelta contra Roma, y fuera atacado el Palacio del Gobernador, Poncio Pilatos debió retirarse al Puerto de los Mineros.

Allí se apertrechó y recibió refuerzos de la Legión de Plinio Casio, entonces sitió todas las ciudades de la Provincia, mas no pudo rescatar con vida a ninguno de los Kristianos, pues el Sanhedrín los mandó a crucificar. Volviendo Poncio a Judea, halló muchos crucificados con carteles que decían “Esto ha hecho el Rey de los Judíos, por causa de Iesus el Kristiano”, así que restaurado el orden, algunos que siendo Kristianos habían pasado desapercibidos de Herodes, pidieron a Pilatos salvoconductos para irse donde les mandase, siempre que sea lejos de su pueblo.

Mas Pilatos les dijo:

-“Me pedís que os mande fuera de donde es vuestra casa y vuestra Patria, más si sois verdaderos Kristianos, sabéis que el Maestro no se fue de aquí huyendo sino para continuar su lucha, habiendo hecho aquí lo que le fue posible. Así que os corresponde quedaros y combatir con el espíritu contra la ignorancia de vuestros parientes. Sabéis que los zelotes son el único brazo armado del Sanhedrín, porque he clausurado la guardia de Herodes. Así que a lo sumo, puedo complaceros enrolándoos en el ejército, para que estéis bajo la Ley de Ciudadanía. Así podréis luchar y combatir contra vuestros tiranos”.

Era difícil la situación de Pilatos, porque sabía que si no les complacía, serían perseguidos o volverían contra Roma, y si les enrolaba corría el riesgo de que los falsarios y traidores que decían ser Kristianos, tuviesen injerencia en el ejército. Optó por esta última alternativa, pues si les enviaba a otro lugar del Imperio, no podría vigilarles, y no estarían sujetos a la Ley de Ciudadanía ni al reglamento militar. Por esta causa, muchos hebreos lograron formar entre las filas nuestras y hasta ahora hay traidores difíciles de descubrir, que siendo hebreos, tuercen los designios de Roma.

En la Galia, los Kristianos se reunieron con Iesus nuevamente, y le expusieron su preocupación porque les hostigaban los hebreos que vivían allí; les perseguían y mataban en cuanto tenían oportunidad, porque sabían que si bien Roma era un freno a los planes de Ieová, la Doctrina de Iesus era la destrucción de la esclavitud espiritual y material que Ieová quiere imponer a todas las Naciones mediante su adoración exclusiva.

Así fue como en el mes de Martius del año Romano DCCLXXXVII, los setecientos Kristianos armados de la Galia, con Iesus al frente, tuvieron su primer batalla contra mil doscientos hebreos que se habían reunido en el norte de la Iberia, y avanzaban decididos a terminar definitivamente con quien mencionara siquiera el nombre de Iesus, de los Kristos o de la Doctrina.
Mas los designios de los dioses no eran de abandonar a quienes tuvieran fuerza de espíritu, así que en cuatro horas de batalla, cuarenta y cinco Kristianos murieron y de los mil doscientos hebreos, ninguno quedó para sembrar cizaña en el mundo.
Cuando llegó la centuria de Emilio Prasius, enterada del asunto por un niño galo llamado Fredex, los Kristianos estaban enterrando todos los cadáveres, para que no hubiese peste.

Y luego hicieron oración y meditación, porque la furia del combate siempre es grande y el espíritu se revuelve alimentando el odio. Así que el Maestro, que había combatido como por cincuenta dijo:
-“Inmenso ha sido vuestro coraje y loable vuestro ánimo, pues no les veo tristes ni apesadumbrados, pero así debe ser siempre, aun si hubiésemos sido derrotados.
Es la primera vez que debo usar mi Graal con total severidad, y no me ha sido posible perdonar las vidas de nuestros enemigos, pues ellos también han tenido gran valor, aunque hayan combatido sin saber realmente quien les manda.

Por ello, mi espíritu se ha turbado y es necesario orar mucho, para que la furia no aleje al Espíritu Santo, no sea que el odio anide en nuestros corazones."

Para ello repetiremos, más con el entendimiento que con la lengua esta oración:

[Padre Absoluto, que estáis en Nosotros, Purificado sea en Vuestro Nombre nuestro sentimiento, y que nuestro Amor sea tan inmenso que llegue a todas las tierras y a todos los cielos.

Que se haga nuestra Vuestra Divina Voluntad, en la Espada que empuñamos, en el pan que amasamos y en el surco que abrimos.

Redime nuestros pecados con la Luz de Vuestra Eterna Conciencia, y dadnos comprensión para con nuestros enemigos.

Estad en Nosotros y en los Otros para que todos alcancemos la Luz, el Poder y la Gloria.]

Y todos repetían en murmullo, porque no eran palabras de oración como los que vociferan en los Templos, sino pensamientos de oración para hallarse consigo mismos.

Como grande fuera el cansancio y la noche estuviera cerca, Iesus mandó a llamar a algunos de los hombres más fuertes, y les hizo tomar las cinco cestas de comida, que ya estaban vacías, y dos odres de vino que apenas tenían unas gotas. Luego mandó a unas mujeres, que estaban a la retaguardia, que le trajeran alguna fruta que hallaran en los campos cercanos, mas les recomendó que fueran variadas sin que fuera menester traer muchas. Entonces algunos pensaron que eso era injusto, porque todos tenían hambre y fatiga. Y como así se lo dijeran, el Maestro respondió:
-“¿Pensáis acaso que el Espíritu Santo que se halla en nosotros sería injusto? Id a pedir algunos odres a los soldados de Emilio, porque abundará el vino, mas somos muchos, y están secas todas las gargantas.”
Los hombres no entendieron las palabras del Maestro, mas sus discípulos ya habían visto la creación de panes y peces venidos del Espíritu Santo, así que calmaron a los confundidos, y fueron a pedir odres a los soldados. Pero como no tuvieran odres vacíos, el que se llamaba Petrus, les dijo:
-“Dadme igual vuestros odres, que os lo devolveré llenos, mas será con vino del Espíritu Santo.”
Y como no creyeron ni entendieron lo que Petrus decía, apuraron sus libaciones y le dieron vacíos los odres. Al volver donde el Maestro, encontraron que las mujeres habían regresado trayendo vasijas con miel, uvas secas, peras y manzanas. Pero una de ellas traía diez odres recién hechos por un artesano, para que pudieran beber agua del río, así que Iesus tomó los odres usados y haciendo oración que ninguno entendió, éstos quedaron llenos con el mismo tipo de vino que tenían. Luego tomó los odres nuevos, e hizo nuevamente oración, así que éstos se llenaron de un vino diferente.

Mandó a los Discípulos a devolver los odres de los soldados, y éste así lo hizo. Aún estando entre la tropa, aquellos notaron que todos bebían pero el vino no se acababa. Así que uno que era escriba de milicia, porque era hombre muy veraz, anotó esto en el parte, pues durante muchos días los odres manaron vino de tal modo, que todos se hartaron de beberlo.

Mas como fuesen a preguntar al Maestro qué milagro era aquél, los Kristianos le convidaron el vino de los odres nuevos, hallándolo mucho mejor, porque de él podía beberse cuanto se quisiera, sin embriagarse nunca. Y preguntaron al Maestro porqué no les había hecho vino como aquél, a lo que Iesus respondió:
-“Es cualidad del Espíritu Santo la precipitación al mundo de aquellas cosas que se pidan, según su clase. Si pedís uvas, y tenéis una en la mano, el Espíritu Santo no os ha de dar manzanas; así que estando los odres con vino viejo, de esa clase el Espíritu Santo puede dar, mas en los odres nuevos, el Espíritu Santo puede hacer un vino nuevo. Así es como ocurre con las personas. Si uno muere, es Ley del Espíritu Santo que pasado cierto tiempo no puede ser resucitado el cuerpo, porque se haría mala mezcla. Así el Espíritu encarna en nuevo cuerpo.
Mas si éste se le pudriese o se pervirtiese, el Espíritu le desecharía. Así que si os interesa la Doctrina, sabed que debéis renovaros, porque ahora sois como esos odres viejos. Mas si os transformáis en dioses echando fuera vuestros demonios de odio, burla y envidia, seréis como odres nuevos donde el Espíritu Santo hará su mejor obra.”
Y como hallaran buena y clara la comparación, los maravillados soldados se hicieron Kristianos, y como Iesus, el que ahora es un Kristo, fuera un Guerrero como ninguno, los soldados le tenían en gran respeto. Aquella noche todos los Kristianos y la centuria de Emilio Prasius bebieron vino y comieron frutas con miel hasta saciarse, y las cestas y odres quedaron llenas para el día siguiente. Mas los odres de vino manaron por varios días, y tal cosa fue avalada de oficio por el Tribuno Militar Bruno Atilio y los centuriones de su legión.
En una oportunidad uno le preguntó si así como resucitaba muertos y curaba a los ciegos y a los apestados, no podía hacer de tal modo que no fuese necesario combatir a los malhechores, sino que en cambio, se hiciesen puros, a lo que el Maestro respondió:
-“La Perfección que el Padre Absoluto Es, se halla en todas las cosas, y tal Perfección no sería si la criatura no fuese libre para experimentarla y conocerla. De modo que el que tiene ojos puede ver, y el que tiene oídos puede oír, así como el que tiene entendederas puede entender. Y si el que ve, aun viendo y entendiendo, no acepta en sí mismo al Espíritu Santo que es Dios mismo en cada uno, pues Éste le quitará el aliento de vida.

Porque a diferencia del vino, el Ego del Hombre es Dios manifestado con todos sus atributos y hecho cuerpo, y parte del cuerpo es el alma de los sentimientos. Así que si su cuerpo de sentimientos se pudre, el Espíritu Santo se deshará de él de un modo u otro.
Mas no tenéis derecho a dar muerte a un hombre mientras aquel no pretenda someteros, así que si matáis el cuerpo de un esclavista, solo habréis liberado al Espíritu Santo en él. En cambio si mataseis con odio, vuestro odio os perdería aunque matáseis al peor de los hombres.
Y si mataseis a un justo, su sangre clamaría desde la tierra, y el Espíritu Santo que es Uno y en cada uno, os lo reclamaría desde el cielo de vuestro propio corazón.”

Hacía mucho tiempo que los dioses no visitaban a los hombres mortales, por causa de que el satanás Ieová les había hecho cómplices de su locura, pues casi todos los hombres disputan por Poder sobre otros en vez de recordar las recomendaciones de los dioses, de dominarse a si mismos.
Mas el Maestro Iesus fue muy valeroso en venir a lidiar entre nosotros para hacernos salvos. Pero no dejó de recomendar que no esperásemos salvación alguna, porque el que espera se atiene a una Voluntad ajena, en vez de hacer surgir la Voluntad de Dios en él mismo, tal como es la Ley de la Vida.

Esto lo explicó el Maestro cuando fue invitado por Tiberio a que enseñe la Doctrina entre los Jefes de las milicias y los administradores de almacenes, así como a los maestros de las escuelas, porque ellos serían los mejores educadores de todos los demás.

Y era muy importante hacerlo, porque muchos se hallaban confundidos a causa de que ya no creían en la enseñanza de los dioses, puesto que no les veían desde hacía muchos siglos.

Y como Iesus era un dios que ya se estaba haciendo inmortal nuevamente, habiendo nacido de la carne mortal, nadie podía enseñar mejor a los que debían conducir a los pueblos. Así se reunió en el foro con diez mil hombres venidos de todas partes del Imperio, y durante muchos días explicó todas las cosas del Espíritu Santo, dejándonos a buen cuidado y para ser divulgada, la Tabula Máxima Hiperbórea, pues es sabiduría de dioses.

Durante todo el tiempo que el Maestro estuvo en Roma, los hebreos intentaron convencer al pueblo que Tiberio era el mandadero de Iesus, y que Iesus era quien realmente gobernaba. Mas ésta fue una de las tantas calumnias que se hicieron.

Como Tiberio no era afecto a los grandes espectáculos, y no permitía vicios en el pueblo, las gentes de mal vivir le hicieron muchas conspiraciones.
Y como fueran entrados en el ejército muchos hebreos que negaban serlo, uno que había alcanzado a ser Pretor, llamado Elías Macrón, aprovechó una noche en que Tiberio se hallaba muy dormido y le estranguló.

Pero como Iesus sintiera en su corazón el asesinato, y Tiberio estuviera con Él en espíritu esa misma noche, el Maestro envió una carta desde Cachemira, que he copiado de puño para que quede constancia junto a esta parte de mis memorias:

“Al Nuevo Emperador Cayo César, que al recibir ésta llevaréis muchos meses de desvelos por causa de los enemigos de Roma, os doy mi salutación como Guerrero de la Luz, y os advierto que el veneno de Ieová ha entrado en vuestro Palacio vestido como greco, como egipcio, como romano y hasta como soldado de Roma. Si os devanáis las entendederas en campañas exteriores, perderéis un tiempo precioso, pues nada hay más urgente ni más difícil que echar los demonios de un cuerpo. Así que expulsar de Roma a los adoradores de Ieová debiera ser vuestra total prioridad. Sabéis que no cesan contra vos las calumnias y las conspiraciones, así que con mi más profundo respeto, os aconsejo endurecer vuestra mano con los enemigos y usar el máximo de la Inteligencia del Divino Espíritu, pues si el enemigo logra su objetivo de destruir el Imperio, el mundo entero se estremecerá, y tendrá muchos siglos de padecimientos, y los hombres habrán de convertirse en ciegos de alma, y lo habitarán millones de ovejas en cuerpos de hombre. Si Roma es abatida, como intentan desde hace seis siglos, la estrella del mal someterá al mundo aunque pasen veinte siglos. Vuestra divina tarea como César va mucho más allá de lo que vuestro pensar pueda prever, mas os digo que no hay en estos momentos en el mundo, hombre alguno con responsabilidad más alta que la vuestra. Hasta los dioses de Paraíso se hallan preocupados por el desarrollo de esta Gran Batalla, y mientras la mayoría de los mortales se hallen sin conocerla, el enemigo será muy poderoso. Se que muchas veces vuestro espíritu desfallece ante la falsía y la ceguera de los hombres, mas sabed que vuestro antecesor ha estado recientemente conmigo, pues en espíritu nos hemos encontrado, y volverá a nacer en Roma para seguir luchando, aunque no recordará quién ha sido. Mas tened como lumbrera la enseñanza que os he dejado, y haya tanta paz en vuestro corazón, como fuerza en Vuestra Espada, pues ésa que sólo el César de Roma hereda y empuña, es el Graal que me legaran los Maestros Amarillos, hecha con hierro de la Estrella de Venus. Tiene mil batallas fuera de este mundo y tres batallas en éste, así que significa el Combate que ha trascendido la frontera del Mundo. Hoy es Roma el único centro de Luz para los mortales de esta parte del mundo. Y os cabe el más alto de los deberes.
¡Que la Divina Luz, el Divino Amor y el Divino Poder en cada hombre, restablezcan la Vida Eterna en el Mundo!”

La Espada Graal que he heredado, ciertamente está llena del espíritu de muchos Guerreros de la Luz, mas Cayo César no supo ser suficientemente fuerte, y creyó que tratando bien a los hebreos y haciéndoles parte grata en el Imperio, les calmaría la soberbia y la costumbre de conspirar.

Mas fue calumniado con más odio que a Tiberio; y como un criado cafarnita llamado David Ireneo, a quien Cayo le tenía gran afecto, le asesinó por orden del jefe secreto de los hebreos, entonces mi padrastro Claudio mandó ese mismo día a que sean crucificados todos los hebreos conocidos como tales. 

Así que cerca de mil enemigos de Roma fueron ejecutados aquí, y otros mil en diferentes partes del Imperio.

Y aunque se les hizo matar rápido para que no sufrieran y sepultar para que no se produjera peste, muchos hebreos se fueron a su Patria. Entonces Roma descansó por unos años. Saulo el Iscariote que se hacía llamar el de Tarso, se salvó porque pudo escapar a Judea, después de perseguir al Maestro como ningún otro hombre ha osado jamás perseguir a alguien. Disfrazado hasta de mujer, con falsos nombres, falsos talentos y hasta con ropas de un soldado asesinado por él, hostigó, calumnió y trató de emboscar para asesinar a Iesus. Se hizo pasar por Kristiano fácilmente durante varios años, porque conocía muy bien la doctrina, sin sentirla de corazón. Cuando el Maestro anunció su viaje hacia Cachemira, por fin Saulo pareció respirar tranquilo, pero envió una carta al veedor sahnedrita de Oreneto, diciendo que había conseguido mediante intrigas que le crucificaran. Pero sus jefes se enteraron que el Maestro había desembarcado en Telnetania, para seguir su camino hacia Cachemira, así que el doble traidor Saulo Iscariote, el de Tarso, que ya era conocido por ser un judas, fue ahorcado por los sanhedritas en el patíbulo del Cedrón, en el ritual de kej-levgrur, que es morir ahorcado como un perro.
Pero a los otros les faltó escarmiento en Roma y siguieron apareciendo entre nosotros con falsos nombres, falsos talentos y falsas ropas y asesinaron a mi amado antecesor, y si no me han culpado a mí, es porque todo el pueblo sabe que me hallaba en la Britania haciendo mis primeras construcciones. Hace unos meses los hebreos incendiaron la gran biblioteca y se quemaron muchas casas, pero aunque estaba en Anzio, me han culpado a mi.

Pero es peor mi situación y me siento como entre una espada y una pared, pues como no fuera hallado el traidor que asesinó a Cayo César, han culpado a mi madre, que está vieja y en Egipto. He tenido mucha tolerancia hasta ahora, y el pueblo ha sido muy engañado por la habilidad de palabra de algunos enemigos que ocupan cargos hasta en las ayuntías de la administración, intentando convertir nuestra economía con valores de reemplazo a los sestercios y Talentos, mientras que en Judea las cosas van de mal en peor, con conspiraciones constantes.

He mandado a que los animales del circo sean reemplazados por los hebreos, y que luchen de igual a igual a vida o muerte contra los gladiadores. Mas algunos de ellos gritan ser Kristianos y buenas personas, y por eso el pueblo, que poco se quiere ocupar de los asuntos importantes, no se da cuenta de cuán difícil es la situación.

Así las cosas, hallo gran sabiduría en el Espíritu Santo, y si logran asesinarme a mí también, espero que mis sucesores sean más sabios y poderosos, porque yo, que en realidad sólo quisiera dedicarme al arte y a los viajes, tuve días en que me hallé cansado.

Mas desde que he recibido la noticia de que el Maestro Iesus ha sido Ascendido al Reino de los Kristos, he retomado la Fe, pues mis enviados trajeron de Cachemira un manto con la imagen de Iesus, que su cuerpo dejó impresa como testimonio de su partida hacia la Vida Eterna. Trajeron junto con él, otros muchos mantos, pues allí muchos hombres puros de todo el mundo ganan la Eternidad.

He mandado a guardar en distintos lugares y a buen cuidado, todos estos testimonios de la Gloria de Dios que todo hombre debe alcanzar, para que no estén como los hebreos, arrodillados ante su dios Ieová, que sólo es un dios causante de nuestros padecimientos y echado fuera del Valhala que los grecos llaman Olimpo.

Me pregunto cómo es que pueden permanecer con tanto miedo y adoración a la vez, en la misma posición que obligan a permanecer a sus esclavos cuando están frente a ellos, y cómo es que pueden estar tan ciegos, siendo que el Espíritu Santo está tan cerca de ellos como de todos. He mandado también a predicar a los Kristianos en el Templo de Todos los Dioses, porque algunos van a implorarles clemencia por sus propias iniquidades, en vez de seguir el ejemplo del que ahora es Kristo, para llegar a ser dioses y más que los dioses aún.

No sé cuánto durará esta Gran Batalla, pero sea cuanto fuere, permaneceré en ella hasta que la Luz se haga en el alma de todos los hombres.
Porque no hay mayor ejemplo ni mayor sabiduría que la que nos legó el último dios que nos ha venido a ayudar a los mortales, ese que se llamó Iesus, que ahora es un Kristo y mora en la Gloria de la Vida Eterna. 

L.D.N. [Lucio Domicio Nerón]

NOTAS DEL AUTOR:

1) La tercera parte final fue escrita en viaje, en papiros livios y la fecha está ilegible a causa de un sello de cera dura, que ha sido arrancado parcialmente, es la única parte dañada del documento, pero otras han sido muy difíciles de leer. Pueden existir algunos errores menores, debido a la jerga militar de Nerón.

2) Como puede comprenderse cuando bebemos de las fuentes auténticas, la adulteración de la historia romana ha sido tan espantosa como casi toda la Historia Mundial. De ahí las contradicciones tan groseras en toda la descripción que nos hace la historiografía oficial, llegando al límite del absurdo en las pantallas de cine y las novelas, que la gente suele tomar por hechos verídicos.

3) Este no es el único documento referido a la vida de Jesús, pero es uno de los más ricos para el análisis psicoantropológico y político, como para apreciar la adulteración de la historia, ya que nos permite conocer al hombre más calumniado de la historia antigua, de su puño y letra, en vez que por el hebreo Flavio Josefo (en realidad su nombre era Yosef bar Mattityahu) o las bellas obras De Plionio, Suetonio Tranquilo y Gayo Tácito, que fueron terriblemente adulteradas poco antes de llegar Constanstino al poder.

(*) Extraído de “La Biblia III, Testamento de todos los tiempos”

Artículo original publicado en:

Definiciones usadas en esta recopilación:

Kamaloka: Atmósfera sutil de la Tierra

Devachán: Mundo Divino donde las almas humanas sueñan con aquello que las hace más felices, pero es un sueño tan intenso y detallado que los humanos lo sienten tan real que las experiencias que vivieron en el plano físico y sin nada de negativo que venga a perturbar su inmensa dicha.

Avitchi: Infierno, todo lo contrario al Devachán

Conspiración Gehovítica: Los planes de Jeová